Escándalo Doble

Ya conocemos que el Presidente traidor al mandato popular, Juan Manuel Santos, tenía planeado arribar al poder para instaurar un gobierno que tenía como fin la incorporación de los narcoterroristas y criminales de lesa humanidad de las Farc al poder. También es conocido que Santos está utilizando la estrategia del Foro de Sao Paulo de permitir que el comunismo, llamado eufemísticamente ahora Socialismo del Siglo XXI, a través de elecciones arribe al poder y establecer la “cartilla” de instauración de regímenes autoritarios elaborada por dicho Foro e implementada por primera vez con Chávez y que se ha ido extendiendo peligrosamente por todo el continente.

En Colombia, hubo algunas variantes, en primer lugar Juan Manuel Santos no fue un outsider populista, sino un camuflado dentro del sistema democrático que engañó a los líderes y al pueblo presentándose como un baluarte de la lucha anti terrorista para una vez en la presidencia dar un giro de 180 grados y cogobernar con sus nuevos mejores amigos los narcosamperistas y los aliados de las Farc el castrochavismo y sus secuaces colombianos. Fue un error imperdonable el que extraordinarios dirigentes democráticos no hubiesen escudriñado la hoja de vida de JMS para percatarse de sus aviesos fines (tal como se puede examinar en http://www.pensamientocolombia.org/dos-documentos-historicos-de-gran-importancia-para-el-analisis-de-la-situacion-politica-actual/).

Pero en fin, lo pasado hecho está. Ahora nos encontramos en la titánica tarea de retomar el rumbo e impedir la toma definitiva de Colombia por el castrochavismo. Y es en relación a acontecimientos recientes relacionados con esta lucha que quiero referirme en esta columna.

En efecto, esta semana se sucedieron dos escándalos de gravísima importancia para la estabilidad democrática colombiana. El primero se refiere, que el Presidente Santos con un desparpajo total terminó de desenmascararse y no contento con sin ningún recato intentar entregarle media Colombia y participación determinante en la institucionalidad  a las Farc, con la trampa de estar intentando lograr la paz en el país (que de hacerse como lo planea el farcsantismo sería una paz de los sepulcros pues significaría el reino del totalitarismo comunista en nuestro país), revela sus claras intenciones de querer gobernar al estilo del Socialismo del Siglo XXI, es decir en una dictadura disfrazada de democracia.

En efecto, la Fundación Buen Gobierno, parapeto de elaboración de estrategias para el desgobierno santista ha proclamado que de reelegirse Juan Manuel Santos, el pilar legal fundamental de su gestión gubernamental sería: “atribuir al Presidente de la República la nueva función de dictar decretos con fuerza de ley, sujetos al control de la Corte Constitucional, con el fin de crear y regular todos los elementos administrativos, presupuestales, fiscales y de todo orden, necesarios para poner en acción mecanismos y unidades administrativas independientes, con capacidad para articular proyectos, obras y acciones que interesen conjuntamente a la Nación y a las entidades territoriales”. Es decir gobernar  tal cual lo hizo Chávez y lo está haciendo Maduro, con delegación plena de poderes en el Presidente, lo cual significa en términos prácticos la eliminación de la separación de poderes, elemento primordial de la democracia.

El que el Presidente traidor al mandato popular, Juan Manuel Santos, ya llegue al colmo de la sinvergüencería de ni siquiera disfrazar sus intenciones de gobernar fuera de los parámetros de la democracia ya es  escandaloso. Pero el escándalo se duplica, a mi parecer, en que semejante desfachatez no haya conmocionado las fibras íntimas de los demócratas colombianos. Lo que ha debido ser causa de un álgido debate y protesta al unísono de la oposición en todas sus vertientes, simplemente pasó inadvertido, salvo la valiosa excepción de un interesante artículo, por cierto de un partidario de Santos, el  histórico dirigente liberal Abdón Espinoza Valderrama (http://www.pensamientocolombia.org/interrogantes-politicos-y-economicos/).

Es pues imprescindible una movilización enérgica del uribismo para hacer ver, una vez más, el peligro que se cierne con la reelección de JMS insistiendo en la amenaza que para el sistema democrático representa la eliminación de la separación de poderes que el Presidente pretende imponer. Una mayoría parlamentaria uribista será el antídoto eficaz para este monstruo que se pretende implantar.

Director-Editor pensamientocolombia.org

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