Las chuzadas en contexto

La apresurada respuesta del gobierno ante la exposición pública de una central de inteligencia militar causó un enorme daño a uno de los principales medios de defensa frente el terrorismo: El espionaje electrónico. De ser un arma eficaz para dar de baja a Reyes y a Cano, para rescatar a Ingrid Betancur o neutralizar a Pablo Escobar ha pasado a ser una especie de actividad vergonzante de la fuerza pública, lo cual es sumamente grave en una situación de conflicto como la que vivimos. Eso no puede ser. Todos los países del mundo cuentan con servicios de inteligencia que de una u otra manera rompen los privilegios de la privacidad en función de su propia seguridad y la de sus ciudadanos y de la persecución de los criminales.

Si se olvida, basta repasar lo que están haciendo los Estados Unidos con la agencia nacional de seguridad (NSA) que tiene chuzado a todo el mundo, amigos y enemigos. En Colombia la Ley 1621 permite expresamente el monitoreo del espectro electromagnético con una finalidad precisa. Pero el escándalo ha hecho pasar por alto no solo la legalidad del monitoreo electrónico que por definición no constituye interceptación de comunicaciones, sino la necesidad de utilizarlo para prevenir ataques. Al país se le olvida con frecuencia que estamos librando una guerra real contra el terrorismo que vuela torres de energía, secuestra, extorsiona, pone bombas en lugares públicos, mata a mansalva, destruye puentes…. Y que esa guerra condiciona la aplicación de algunos derechos para poder terminarla exitosamente mediante la sumisión del contendor.

Pero además se le olvida al país que es una guerra irregular sin frentes de combate definidos que permitan distinguir a los combatientes de la población civil y precisamente para no afectarlos deben ser identificados por medidas no convencionales como la interceptación de comunicaciones. El espionaje es un arma fundamental como lo cuenta el éxito del desembarco en Normandía o la guerra de submarinos en el atlántico norte durante la segunda guerra mundial. Pero también lo es el engaño y la desmoralización de las tropas enemigas como lo hizo Alemania con Francia antes de la invasión en 1940. A nuestras tropas las están atacando con propaganda bien dirigida para desmoralizarlas. Ha sido un grave error del presidente Santos no entenderlo y no respaldar a sus soldados.

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