Quimeras

Se puso a prueba el Estado que durante quince años construyeron Hugo Chávez y sus secuaces. Ahora, la duda está en si la otra Venezuela, esa mayoría inmensa que sufre los rigores de la dictadura y el despilfarro de la peor clase dirigente de su historia, es capaz de derrotar el entramado que soportan las Fuerzas Armadas y el Paramilitarismo.

Es que el asunto ya no es de derrotar en las urnas al régimen que naufraga en un mar de corrupción generador de carencias de todo tipo. Es increíble que el país con mayores reservas de petróleo del mundo haya reducido su producción de cinco millones de barriles diarios a menos de tres. Y que festinen sus recursos, pagándole a los Castro y repartiendo la riqueza nacional entre sus compinches del Alba, mientras los venezolanos no tienen arroz, leche, pollo o papel higiénico.

En fin, que los chavistas hayan convertido a Cuba en exportador de petróleo a pesar de que no produce una gota, mientras Venezuela vive entre apagones. Es el precio que pagan los venezolanos por el aparato represivo que montaron con lujo de detalles los Castro en su país. Por eso, ahora deben confrontar a miles de hombres armados, en motos y vehículos de asalto que se toman las calles de las ciudades disparando e intimidando a quien se atreva a reclamar.

Por eso, el asunto no es ya de esperar más elecciones manipuladas por el chavismo y los militares, si no de confrontarlos y destapar su brutalidad. Eso fue lo que hizo Leopoldo López, lo que hacen Corina Machado y los alcaldes elegidos por la oposición, y lo que ha hecho la prensa. Y allí está la razón por la cual, mientras encarcelan a la oposición, asfixian a la prensa y tratan de silenciar los medios electrónicos, meten a la cárcel a López, acusándolo de “homicidio intencional calificado ejecutado por motivos infútiles (?) innobles, homicidio intencional calificado en grado de frustración, terrorismo, lesiones graves, incendio de edificio público, daños a la propiedad pública, delitos de intimidación pública, instigación a delinquir y delitos de asociación”.

El desafío es colosal: derrotar a unas Fuerzas Armadas de 250.000 mil efectivos, a un ejército paralelo de 120.000 ‘voluntarios’ y un número indeterminado de bandidos agrupados en los colectivos, bandas de intimidación callejera y asesinato. Esos son los comandados por Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Nacional que manejó el carro donde se llevaron a López para la cárcel y estuvo en el interrogatorio que le hicieron los jueces. Y están también los 40.000 asesores cubanos, especialistas en abatir cualquier disidencia.

Frente a ello están quienes protestan por la ruina a la que llevaron a Venezuela y por las carencias que padecen, o por los abusos de que son objeto y la violencia con la que tratan de controlar a su país. Ellos sólo tienen la audacia de los estudiantes y el grito para que el mundo los oiga y los apoye antes de que los liquiden como hacen ahora, metiéndolos a la cárcel o asesinándolos. Por eso, la rebeldía brota en todas las ciudades y el régimen militariza a Táchira, mientras Maduro afirma que la revuelta se debe a la infiltración de paramilitares colombianos.

Así están las cosas en Venezuela. Por eso, pensar en una salida democrática es una quimera. Como lo es el creer en la voluntad de paz de las Farc mientras el régimen de Maduro les ofrezca protección y los entregue la frontera con Colombia.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar