No cesan los vejámenes contra la Inteligencia Militar. La Fiscalía, más precisamente el CTI, allanó las instalaciones de Inteligencia Técnica. Roto quedó el secreto indispensable para su buen funcionamiento y al descubierto sus funcionarios. En ningún otro país pasaría esto. Sería clara y absolutamente ilegal la actuación del CTI. Sin embargo, la prensa aplaude. Si el oscuro plan del Fiscal sigue adelante, el país perderá el más valioso puntal de su esfuerzo por contrarrestar el despiadado ataque del terrorismo narcotraficante contra la democracia. Pero eso es lo que parece querer el Fiscal General, ante un Presidente que parece vivir en las nubes y solo piensa en su reelección. Eso, o no alcanza a ver que la inteligencia no es un peón que se puede sacrificar sin mayor costo en una partida de ajedrez. Una tercera hipótesis es que no le importaría que el país cayera en manos del Socialismo del Siglo XXI. Pero si, en gracia de discusión, su corazón está con el totalitarismo, ¿para que la payasada de la Alianza del Pacífico y tantas otras iniciativas que no están acordes con los deseos de una izquierda a la que tanto favorece con su indolencia? Lo primero que descartará la izquierda, si con la inercia del Presidente llega al poder y destruye la democracia, son los tratados de libre comercio y las alianzas económicas con países democráticos.
¿Puede hacer algo el Presidente para evitar que la Fiscalía destruya la Inteligencia Militar? Suponemos que quién puso en la terna al Fiscal tendrá alguna influencia sobre el personaje. Y si tiene el liderazgo que se supone tiene un Primer Mandatario, su voz sería escuchada.
La influencia de la izquierda en la Fiscalía y la reconocida venalidad de esta, son el talón de Aquiles de la democracia colombiana. Mal hecha quedó la ley de inteligencia al exigir que sea este organismo el que autoriza operaciones de interceptación telefónica. Porque se necesitan las interceptaciones, especialmente de personas de reconocida relación con el terrorismo. Más grave aún es que la Fiscalía tenga acceso a la información recogida en operaciones perfectamente legales producida por el monitoreo del espectro. Ya las FARC deben estar enteradas de qué información tiene y qué no tiene Inteligencia Militar. El Presidente, de quien se dice es aficionado al poker, debe entender que sería una desventaja irreparable jugar uno con las cartas abiertas y el otro con cartas ocultas. El de las cartas abiertas se gana unas muy pocas manos, de valor reducido; el otro las gana casi todas. En esas estamos.
La prensa, por su parte hace enorme daño. Saltan de la dicha en los medios cada vez que reciben una “filtración” de la Fiscalía; cierta o falsa, poco importa. ¿Hace algo el Fiscal General para investigar estas filtraciones, ellas sí, claramente ilegales? Nada. Se hace el tonto. Tal vez los dueños de los medios no son conscientes de que en un régimen totalitario, su libertad es la primera que desaparece. Den una miradita a nuestros vecinos. ¿Eso es lo que quieren? Los medios están ayudando, dentro de esta conspiración macabra, a preparar su mordaza. Se ve la mano del G-2 cubano en todo esto.
¿La ley se puede cambiar, exigiendo, por ejemplo, que las Fuerzas Militares puedan escoger unos pocos fiscales para presentar las iniciativas que requieren aprobación, e inclusive hacer nombrar algunos de ellos en el organismo, que sean de confianza absoluta? Se podría cambiar la ley con las mayorías que tiene Santos en el Congreso, pero requeriría valor de su parte para enfrentar los alaridos de las FARC, sus ONG de apoyo y unos cuantos gringos “mamerticos” o despistados.
¿Cómo puede el Estado ganar una guerra contra el marxismo, terrorista y narcotraficante, cuando medio Estado está al servicio del terrorismo? La Fiscalía hoy es la Quinta Columna que se está ocupando de que la democracia en Colombia ceda el paso a la subversión marxista. ¡Ay Dios! Hay que tener el pasaporte al día y pasajes comprados.
