El día después

Elegido Congreso a esta hora (o al menos eso esperamos), la pregunta que sigue es: ¿Y ahora qué?…

Independientemente de la composición partidista del nuevo parlamento, hay temas sensibles y comunes en los que los nuevos senadores y representantes a la Cámara deberían ponerse a trabajar desde ya.

Si el renovado órgano legislativo no apro-vecha su primer periodo para embarcarse en transformaciones profundas, estaremos perdidos. Así como los presidentes arrancan generalmente con la chequera en blanco y deben asumir grandes riesgos durante su primer año de gobierno, quienes ocuparán las curules desde el próximo 20 de julio tienen la obligación de emplear su primera legislatura en ganarse la confianza y el respeto de sus electores. El de la reforma a la justicia es uno de esos temas que no dan más espera. ¿Por qué no aprovechar para promover un revolcón del aparato judicial? ¿Por qué no tener magistrados vitalicios de una vez por todas, como funciona en Estados Unidos y elevar la edad de entrada a los altos tribunales para que quienes lleguen a esas posiciones sean los sabios de verdad? ¿Por qué no quitarle esas funciones electorales a los magistrados que hoy los vuelven más políticos que jueces? ¿Por qué no diseñar sistemas de descongestión eficientes, simplificar y abreviar los procesos?

Además de pensar en estos asuntos, los nuevos parlamentarios se estrenarán con la elección de un nuevo Contralor General de La República. El guardián – o guardiana- del erario, debe cumplir con altos estándares éticos para no repetir a los Becerra, González y Turbay del pasado. ¿Ya se han puesto a pensar los partidos con seriedad cuáles serían los mejores nombres para llegar a esa posición?

Y claro, en el mediano plazo, el Senado y la Cámara deberán estar preparados para legislar en materia de paz, expedir las leyes reglamentarias del marco aquel y adecuar la Constitución a los retos del posconflicto. ¿Será este Congreso capaz de ofrecerle a la sociedad una paz medianamente justa?

El día después de elecciones hay más preguntas que respuestas. Es normal. Ojalá, eso sí, hayamos escogido bien ayer a quienes deben ofrecernos esas soluciones de aquí en adelante.

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