¡LA ECONOMÍA, IDIOTA!

A Lorenzo Mendoza.

He seguido atentamente la transmisión del evento celebrado en Miraflores a instancias del gobierno nacional. Y he sido sorprendido por una bocanada de aire fresco, de súbita luminosidad debida a las palabras precisas, sinceras, honestas y valientes de Lorenzo Mendoza. Un venezolano admirable a quien he tenido el gusto de conocer y admirar: es dos o tres meses más joven que mi hijo mayor. Podría ser su padre. Lo que aumenta mi admiración. Por él y por su familia, una de las más honorables familias venezolanas de cuya amistad me precio. He aprendido junto a ella a sentir un profundo amor por mi Patria, por la humildad con que ha criado a sus hijos, por la seriedad y la laboriosidad que han sabido inculcarles a todos ellos. Sin pretensiones de clase, sin prejuicios sociales, sin estridencias de nuevo riquismo, tan perjudiciales en esta hora aciaga de la Patria. Lo que permite que en esta hora crucial, dramática, en que se deciden nuestros destinos, podamos contar con el talento, la profesionalidad y la entrega desinteresada de venezolanos del valor de Lorenzo Mendoza.

No es fácil mencionar la cuerda de la economía en casa del ahorcado. Mientras el país agoniza de mengua. Reivindicar el derecho del individuo en casa del furibundo y delirante colectivismo. Mientras los enajenados corren al asalto de comercios, pequeñas y medianas empresas, fundos devastados. Asentar el derecho inalienable de la propiedad privada en el foro de la colectivización y el estatismo. Proclamar un patriotismo empresarial en donde se practica la economía de puertos y ni siquiera nuestros platos más criollos y entrañables pueden alcanzar nuestras mesas si no es luego de intercambiar sus ingredientes en el extranjero por barriles de petróleo. Que un país que vivió de la exportación de café, deba importarlo, y de mala calidad, de países subsidiados por nuestro despilfarro. Que la carne de un país que podría ser su primer productor deba ser desembarcado luego de atravesar océanos. Que la leche, la harina pan dependan del precio del dólar y no del sudor de nuestros productores.

95% de política y 5% de economía, fue el saldo de los temas tratados, según reportara el mismo Lorenzo Mendoza. Un 95% incapaz de comprender que sin ese 5% de economía somos la tragedia que un día no muy lejano se imaginara Arturo Uslar Pietri como una de las más dantescas y aterradoras imágenes que podía vislumbrar en nuestro inmediato futuro, y ya es este ensangrentado presente que hoy sufrimos: un país apopléjico, paralizado, vegetativo constituido por hordas de menesterosos echados a las ubres del petróleo.

Lo que cualquiera ser pensante, con no más de dos dedos de frente, debió haber comprendido en ese salón atiborrado de náufragos tras esos 8 minutos de deslumbrante lucidez, es que tocar el tema económico era hundir el dedo en la llaga del cáncer que afecta al régimen y lo ha traído al borde del abismo. Sólo me pregunto si el sencillo mensaje de Lorenzo Mensaje fue comprendido en su brutal sinceridad por quienes ejecutan un proyecto que lleva 14 años persiguiendo alcanzar aquello que nos trajo a la ruina y nos tiene al borde del abismo: destruir nuestra economía, cortarnos las extremidades de nuestro auto abastecimiento para traernos a la altura de las rodillas, convertirnos en mendigos y esclavizarnos tras la monstruosidad castrista.

Murió Chávez, que sirvió de coartada para la destrucción de nuestra economía. Gobierna Maduro para sepultarla en los eriazos de nuestra deriva. Pero al tocar el fondo del bolsillo de los venezolanos no advirtieron ambos que conmovían la fibra más íntima de nuestro patriotismo. Ya es tarde para poner el freno desde Miraflores. La esencia del mensaje de Lorenzo Mendoza bulle en los corazones de esos miles y miles de jóvenes dispuestos a entregar sus vidas por volver a hacernos un país libre. Un país liberado de las cadenas del petróleo. Un país en que progresar y superarse no sea un delito. En que lo individual y colectiva puedan abrazarse. Gracias, Lorenzo, por recordárnoslo.

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