Todo por la plata

A los capos del cartel de Cuba les valió cinco las dos muertes salvajes, que incluyó atravesar el cuello del mayor con una estaca.

Las campañas electorales hacen milagros. El candidato Santos se puso bravo, ofreció abultada recompensa y juró que el asesinato de los dos policías en un área rural de Tumaco no quedará sin castigo. Pero todos sabemos que, después de elecciones, dejará que las Farc cubran sus crímenes de mentiras, impunidad y olvido.

A los capos del cartel de Cuba les valió cinco las dos muertes salvajes, que incluyó atravesar el cuello del mayor con una estaca. Lo que los preocupó son los miles de millones que perdieron. Pero vayamos al principio de la historia para que el lector entienda por qué los amigos de la paz masacraron a un entrañable papá de tres hijos y a un soñador de 27 años.

Hay un capo al que apodan el ‘Dóctor’ (con acento). Originario de Tumaco y con solo 36 años, ha demostrado con creces que es un genio de las finanzas. Gracias a su sagacidad y corazón gélido, sacaba cada semana 1.500 millones de pesos, que repartía entre la cúpula del cartel, conocida como Secretariado, y su propio bolsillo. Necesitaba el dinero para sostener su mafioso estilo de vida, que incluye cinco mujeres fijas más las satélites que nunca faltan.

Bajo la poderosa marca ‘Farc-Columna Daniel Aldana’, desarrolló dos lucrativas líneas de negocio: extorsiones y cocinas de coca, cuyos principales clientes son los carteles mexicanos. Para que la primera funcionara perfecta, contaba con una nómina de veinte milicianos en Tumaco. Les pagaba seiscientos mil pesos mensuales y, a modo de incentivo, les permitía cuadrarse con trabajos delictivos extra, igual que hacían en su día algunos frentes ‘paracos’.

Su trabajo consistía en lanzar granadas a comercios que no cancelaban la ‘vacuna’, amenazar y hacer los cobros. También, poner bombas tipo la de la estación de policía que mató a cinco personas. Para las voladuras de las torres de energía, que dejaron a Tumaco sin luz por dos semanas, el ‘Dóctor’ utilizó otras fichas.

Dirigía sus negocios desde las veredas Santa Rosa y San Pedro. Gran aficionado al fútbol, mandó hacer canchas en medio de la selva. En una ocasión, uno de sus milicianos asesinó a un agente sin razón alguna. Así le comunicó al capo su gesta: “Maté a uno de la Sijín y le robé la pistola”. Contestación escueta del ‘Dóctor’: “Mande foto de la pistola”.

En febrero pasado, gracias al Gaula, Ejército y Armada, fue detenido el ‘Dóctor’ y la organización se vino abajo; ya no corren los millones como antaño. Por eso reaccionaron de una manera tan salvaje y de ahí que alias ‘Don Iván Márquez’ aceptara que sus muchachos se vengaran masacrando a dos colombianos indefensos. No podía repudiar la manera de actuar de quienes mantienen el negocio a flote, los que se juegan el cuero mientras él y sus lugartenientes la pasan rico tomando ron y hablando babosadas.

Con la información de un miliciano y el silencio miedoso de la comunidad, siete guerrilleros agarraron a los dos policías desarmados, los amarraron a un árbol y los torturaron. Al mayor lo mataron de un golpe y le clavaron una estaca en el cuello; al patrullero lo degollaron.

Como anticipamos los que somos tildados por Santos de enemigos de la paz, no hubo ni perdón ni explicaciones de parte del cartel de Cuba. En un comunicado se limitaron a decir que el Estado es el victimario.

NOTA. El senador Jorge Hernando Pedraza niega que haya comprado jamás un voto, al contrario de lo que indiqué en mi columna del domingo pasado, y notifica que investigará lo ocurrido. Yo me sostengo en lo escrito.

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