Decrétase todo resuelto

Observen esta experiencia tan colombiana que tuve esta mañana mientras escuchaba la radio. En una emisora se discutía el tema de los horribles ataques con ácido a mujeres y se reclamaba de manera airada la urgente expedición de una ley al respecto.

Al cambiar de emisora, me encuentro con una discusión sobre la inseguridad, sobre los atracos callejeros y sobre los robos de celulares. Panelistas y oyentes que relataron sus experiencias como víctimas de robos o atracos. Sin excepción, aunque hubieran sido delitos distintos y hubieran sucedido en ciudades diferentes, y aunque hubieran afectado a distintos tipos de personas, todas las historias terminaban en el mismo desenlace, un relato triste de incapacidad estatal: indiferencia de la Policía, engorrosos métodos de denuncia, ineficacia de la justicia e impunidad.

Esta es una típica paradoja colombiana: creemos que los problemas se arreglan legislando y chocamos con la realidad, con la ineficacia total de la legislación por sí misma. ¿De qué sirven las leyes si los mecanismos concretos de su aplicación no funcionan? ¿De qué sirve penalizar una conducta, si las víctimas van a encontrar la pereza y la indiferencia de las autoridades y la incapacidad del sistema judicial?

Y aun así, frente a los problemas que amenazan al país casi siempre concebimos proyectos de ley. ¿Creemos acaso que la letra de la ley tiene magia? No descarto que de alguna manera estemos sumidos en tan estúpida ilusión. Pero creo también que, tras esta costumbre casi mecánica de legislar, escondemos nuestra pereza, nuestra impotencia para lograr resultados concretos y efectivos.

Mírese el caso de los ataques con ácido. El código penal vigente tiene normas que sirven para castigar estas agresiones. Podríamos debatir sobre su enfoque y sus penas: yo en particular creo que esas normas pueden mejorarse. Lo que no creo es que la impunidad de estos delitos radique en las normas: radica en nuestra incapacidad de investigar los delitos, buscar a sus autores, llevarlos a juicio con un soporte de pruebas sólido, obtener su condena y hacer que la paguen en un establecimiento carcelario que sea a la vez decente y severo.

“Decrétase todo resuelto”, es el verdadero lema de Colombia, el de una sociedad que se refugia en la letra de la ley para evitar emprender las tareas de solución concreta de los problemas. Eso no es más que pereza disfrazada de elegancia.

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