México impresionante… y mediocre

Las reformas económicas emprendidas en México son impresionantes. Esto dijo el Banco Mundial en voz del economista en jefe para América Latina, Augusto de la Torre.

Impresionantes… sin embargo, los cambios serán de lenta gestión.

Por su parte, la OCDE también emitió un comunicado elogiando las reformas en México, sobre todo en materia de telecomunicaciones.

“Se trata de una reforma de gran envergadura, inspirada en las mejores prácticas internacionales, que ha permitido la creación del Instituto Federal de Telecomunicaciones, un órgano regulador fuerte y facultado para promover la competencia en el sector”, expresó la OCDE.

Además la consultoría McKinsey dedicó su reporte global de marzo a nuestro país en lo que me parece la visión más acertada sobre lo que pasa en México.

La historia de dos Méxicos, es el título de este reporte. Y eso es exactamente lo que vemos en nuestro país y la razón por la cual tenemos, por un lado a organismos internacionales como el BM y la OCDE que nos echan muchas porras, y por el otro, cifras de la baja confianza del consumidor, las dificultades económicas para la gran mayoría de los mexicanos y el bajísimo crecimiento que hemos tenido desde principios de los 90 —de tan sólo 2.7% en promedio—.

McKinsey lo resume así: tenemos un México moderno, que se mueve a gran velocidad, con una economía sofisticada, con fábricas desarrolladísimas en ámbitos aeroespaciales, automotrices y otras industrias como la alimenticia, conviviendo con un México que se mueve muy lento, con empresas improductivas, muchas de las cuales operan en la informalidad.

El mal desempeño económico de México es producto del jaloneo en sentidos opuestos de estos dos Méxicos.

Mientras que las empresas modernas que tienen más de 500 empleados han aumentado su productividad a un promedio de 5.8% en gran parte debido al acceso a créditos con tasas similares a las que obtienen conglomerados estadunidenses, las empresas tradicionales y pequeñas —que es en donde se emplea la gran mayoría de los trabajadores nacionales— han ido decreciendo a un paso promedio de 6.5% al año.

¿Qué hacer para que los dos Méxicos empujen al país en conjunto a crecer?

McKinsey señala la urgencia por mayor productividad. Ésta sólo se puede alcanzar si se refuerza el Estado de derecho de tal manera que quede claro que en México quienes no jueguen bajo las reglas serán penalizados y en donde empresas formales y cumplidas crecen e inspiran a otras a emular su éxito.

Para ello es necesario eliminar incentivos perversos que tienen hoy pequeñas empresas para permanecer así y/o en la informalidad. Incentivos como exención de impuestos o la posibilidad de obtener tarifas de electricidad a tasas residenciales, entre otros. Pero en realidad mucho se reduce a nuestra mentalidad (y esto ya es independientemente al estudio de McKinsey). Una mentalidad en donde en lugar de buscar formar más empresas como las desarrolladas que generan crecimiento y empleos bien remunerados, en México nos encargamos de señalarlas como las culpables de nuestros problemas.

Incentivos hay para los que no pagan o pagan tarde mientras que quienes hacen su trabajo y resulta que son exitosos son vistos con recelo y juzgados como tramposos.

Un México impresionante, que deje atrás la mediocridad, requiere de más empresas y más gente exitosa. Fomentemos y creemos las oportunidades para que así sea. Dejemos de boicotearnos.

Twitter: @AnaPOrdorica

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