Se nos vino encima

Aunque desde ya hace un largo tiempo en estas épocas preelectorales la zona de insultos, de acusaciones y de mentiras está en todo su furor, debido al ambiente caldeado que rodea la escogencia de un nuevo presidente, casi nunca habíamos tenido unos enfrentamientos en los cuales las diferencias entre los candidatos hubieran sido tan grandes y con tanta fogosidad. Y eso que todavía apenas estamos llegando al punto de no retorno.

Solo para ponerle base a esta dramática situación, acordémonos que la actuación política del doctor Santos, quien desde el momento en que tomó posesión de la presidencia en la mismísima Plaza de Bolívar comenzó sus ataques contra quien había sido su jefe e influido en forma decisiva en su triunfo. Ahí comenzó la debacle, y de una época de esperanza y tranquilidad pasamos a sentir que las cosas no iban a seguir como nos estábamos acostumbrando. Todo se agravó con la decisión de Santos de seguir las instrucciones de su hermano Enrique, quien lo aconseja en todos los asuntos relacionados con los grupos extremistas como las Farc y el Eln, cuyos cabecillas vieron llegar la gran oportunidad de sentarse, nada menos que en La Habana, al lado de sus directores espirituales los hermanos Castro, a librarse del cerco militar que con unas Fuerzas Armadas con la moral en su punto más alto, los tenían al borde de perder gran parte, si no todo, su poder terrorista.

Pero la opinión comenzó a reaccionar, al punto de que el presidente fue perdiendo su prestigio en forma acelerada, a tal grado que las encuestas lo dejaban muy por debajo de los otros posibles candidatos, mientras el prestigio de Uribe subía como espuma basado en el rechazo, no a la paz, como lo han querido hacer ver sus enemigos, sino con la forma entreguista en que se vienen realizando estas reuniones. Y me atrevo a hacer un comentario un poco al margen: Los negociadores del gobierno encabezados por Humberto de la Calle son unas personas patriotas, valientes e inteligentes, con todas las capacidades de enfrentar a los subversivos, pero lo que pensamos la mayoría de los colombianos es que no tienen las manos libres para poner freno con más decisión a las salidas en falso con que, envalentonados por la pérdida de prestigio del presidente lanzan como dardos venenosos, creyéndose dueños de la situación.

La estúpida y repudiable explicación que dieron desde La Habana al bestial asesinato de los dos oficiales de la policía era motivo más que suficiente para que el gobierno se levantara de la mesa, o al menos, para dejar muy de presente que no se tolerarían otras acciones de semejante bellaquería. Lamentablemente, fuera de unas tibias palabras de rechazo de Santos, todo volvió a quedar como estaba.

Ya vamos conociendo las intenciones de los candidatos, las que si de verdad se cumplen y no nos pasa lo de este gobierno, nos van a permitir votar con pleno conocimiento de causa y seguros de que lo que están presentando como programa de gobierno se cumplirá al pie de la letra, tal como debe ser en una democracia.

Entramos en un período muy agitado y la avalancha ya se nos vino encima, esperamos que no cometamos errores tan garrafales como los de los habitantes de Bogotá con la elección de Petro.

Es mucho lo que está en juego. Nada más ni nada menos que el futuro de Colombia, cuando el paso que tenemos que dar en esta ocasión debe ser para alejarnos del abismo que estamos viendo muy cerca.

P.D.: El matrimonio es una relación entre dos personas en la que una siempre tiene la razón… la otra es el marido.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar