UN JUEZ DE TIERRAS LE DEVOLVIÓ SU TERRITORIO

He aquí una de tantas diatribas que el alcalde Gustavo Petro lanzó desde el balcón de la alcaldía, el día que el Procurador anunció su destitución:

"Quiero que seamos conscientes de la decisión que vamos a tomar, la decisión es convertir esta plaza en el gran ágora de la democracia en Colombia, cada una de ustedes, cada uno de ustedes, ahora dejaremos a los voluntarios que quieran velar la democracia, pero cuando regresen a sus casas, a sus barrios, a sus lugares de trabajo, organicen la rabia y la indignación…".

Quienes conocimos a Petro en el Congreso de Colombia, en razón a nuestros cargos, sabemos que es un hombre complejo, recursivo, estudioso y mentiroso.

No tiene empacho en decir parte de la verdad con otra parte de mentira, de su cosecha, de la imaginación de mente calenturienta y de izquierda trasnochada.

¡Qué diferencia de planteamientos y de comportamientos de una izquierda como la de Bachelet, Mujica, Lula e incluso Correa, comparada con la mazamorra mental de Maduro o la pose imperial de Chávez o de Petro…

Aunque uno no comparta y combata democráticamente muchos de los planteamientos de la izquierda extremista o se enfrente radicalmente a la narcoguerrilla que busca sustituir el Estado de Derecho que nos rige no por la confrontación política sino por las armas, son profundamente respetables quienes se sitúan en otra orilla, como Clara López o Navarro Wolf o el mismo Robledo, pero que buscan con tesis y argumentos cambiar lo que consideran injusto.

Pero es que Petro no se ha reintegrado realmente a la vida civil. Prevalido de su cargo de alcalde por elección del treinta por ciento de los bogotanos, pero obtenido legítimamente, empotrado ya en el poder, no solo ha desafiado a todas las instituciones sino que ha hecho reiterados llamados a desconocer las normas que nos rigen.

Es más, las ha desconocido él a pesar de las alertas, las observaciones, las solicitudes de los organismos de control y aun de algunos de sus mismos subalternos. No. A él no le importa el orden establecido. A él, según su tesis, lo eligió el pueblo y este es soberano.

¡Yo no sé por qué los fiscales, los jueces, los magistrados, tan acuciosos en otros casos, nunca han asumido de oficio investigaciones por la pública actitud subversiva de Petro y por la invitación a desconocer nuestro ordenamiento legal, que reiteradamente ha hecho…

Lo destituyó la Procuraduría con argumentos legales, por desconocimiento adrede y violación consciente de las normas. Y lo acaba de multar una Superintendencia por los mismos hechos.

Él siempre se creyó dueño de Bogotá ¡pobre Bogotá… y en esta tragicomedia jurídica con todas las características propias de un circo con payasos, maromeros, ilusionistas y hacedores de trucos, en esto que se ha convertido el caso Petro, fue un juez con función constitucional, como juez de Tutela, pero juez de restitución de tierras quien le devolvió su territorio.

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