El abuso de la Paz

Esta columna sería publicada el día 28 de mayo, cuando “todo está consumado “, para bien o para mal, respecto a las elecciones.

Como se ha abusado demasiado en todo lo relacionado con la Paz es importante hacer unas reflexiones al respecto. Y antes, se requiere practicar el “Definid y no discutiréis”.

Fácilmente puede leerse en el internet lo siguiente respecto a la Paz: “En sentido positivo es un estado, a nivel social o personal, en el cual se encuentran en equilibrio y estabilidad las partes de una unidad. En sentido negativo es la ausencia de inquietud, violencia o guerra”.

También se lee que: “Paz social o consenso es el entendimiento  tácito para el mantenimiento de unas buenas relaciones mutuamente beneficiosas entre los individuos”.

La primera conclusión, obvia por demás, es que este no es el tema de las conversaciones en La Habana. Al decir de nuestras matronas: “Nos están metiendo el dedo a la boca”. La primera falacia fue la de igualar la majestad del Estado con la de una pandilla de bandidos. Esto tiene un autor y es el Primer Mandatario y, en consecuencia, bien puede endilgársele la acusación de Traidor a la Patria, aunque les duela a los mamertos criollos. Es evidente que los dialogantes tienen una meta común como lo es imponer el castro chavismo en Colombia. Aquí  vale la pena hacer el ejercicio de escudriñar la Autoridad Moral  basada “en la credibilidad que tiene una persona dentro de una Sociedad determinada”. Y habría que preguntar por dicha autoridad de los negociadores y los garantes.

También resulta que el Primer Mandatario, en su desespero al notar su baja en las encuestas, resolvió autonombrarse como el adalid de la Paz, luego de que ha recurrido a infiltrar los gremios, falsear estadísticas, como las del Dane, y utilizar abusivamente todo el aparato del Estado, la justicia sesgada y la “enmermelada gavilla mediática” en su propio beneficio, todo para mejorar su imagen.

Escandalosamente orquestó la reinstalación de Petro y resucitó al expresidente Gaviria. A propósito del expresidente, salió como un energúmeno (“persona furiosa, encolerizada”) a vociferar (“gritar, hablar en tono de voz elevado especialmente a cusa de enfado”). De él bien dirían las matronas: “Si a eso se levantó que se vuelva a acostar”. El casi advenedizo expresidente parece olvidar aquello de que: “El ladrón juzga por su condición”.

Como era de esperarse, salieron, a última hora, con una tregua unilateral, muy oportuna, en el sentido de que los ajusticiamientos serían a partir del 28 de mayo, y el cinismo de los negociadores llegó al extremo de presentar un “acuerdo” que no es más que un sartal de “cantos a la bandera”, el cual ha sido apoyado por el mamertismo internacional infiltrado en la ONU, la OEA y la UE.

Y es claro que, ante el desespero de las huestes reeleccionistas, no podía faltar un montaje, para perjudicar a su oponente principal, que recuerda mucho el que le hicieron al almirante Arango Bacci, y bien valdría preguntar por los presuntos autores de tal trampa. ¿Donde andan?

¡Despierta Colombia!

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