‘No hay un conflicto, sino una amenaza terrorista’: Óscar Iván Zuluaga

Óscar Iván Zuluaga hizo un acuerdo programático con Marta Lucía Ramírez que incluyó flexibilizar ciertas condiciones para seguir con la negociación en la Habana. Ese anuncio hizo pensar a muchos de que Zuluaga, si gana, le apostaría a continuar el proceso de paz, lo que eventualmente rompía la dicotomía que Santos le ha planteado al país entre paz y guerra. La Silla lo entrevistó anoche exclusivamente sobre este tema (tenía solo 20 minutos para nuestra entrevista en su apretada agenda) y la conclusión es que -en términos prácticos y concretos- muy poco ha cambiado su posición sobre el proceso. Para él seguiría siendo la negociación de la capitulación de las Farc. Así fue la conversación:

La Silla Vacía: Usted acordó con Marta Lucía Ramírez continuar los diálogos en La Habana, que es un giro frente a lo que venía diciendo. ¿Por qué llega a ese acuerdo?

Con Marta Lucía tuvimos muchas coincidencias a lo largo de la campaña. Esas coincidencias nos llevaron, pasado el resultado del domingo, a buscar un mecanismo que nos permitiera generar un acuerdo programático, en cabeza de ella, con el partido Conservador. ¿Y qué buscaba el acuerdo? Que unas ideas centrales que ella lideró quedaran incorporadas dentro de nuestra propuesta programática. Dentro de muchos temas estaba el de la paz.

¿En qué consiste el acuerdo?

Hemos coincidido en que la búsqueda de la paz negociada debe estar basada en condiciones que lleven a la suspensión de toda acción criminal, es lo que siempre hemos defendido. ¿Dónde estuvo la diferencia en el debate de primera vuelta con ella? Que nosotros habíamos planteado una suspensión provisional y, ella dijo, demos continuidad a los diálogos con dos elementos: primero una evaluación de lo que se ha acordado y que esa evaluación sea de conocimiento público. Es decir, avanzar con mucha transparencia. Y segundo, estamos de acuerdo en exigir unas condiciones: pongámosle unos términos, digamos no tan perentorios como los que yo había planteado, sino que obedezcan a un horizonte de tiempo ligeramente más amplio. Y ahí fue donde se incorporó la propuesta de ella, que yo la tomo como una propuesta de la campaña fruto de un acuerdo con ellos.

Para ser claros. Bajo estas nuevas condiciones, si el Ejército ataca a la guerrilla y esta se defiende en combate, o viceversa, ¿usted no se para de la mesa de La Habana?

Como está en el acuerdo, lo que hemos dicho es que debe haber una suspensión de toda acción criminal que esté cometiendo las Farc. Por ejemplo, hoy un secuestro.

Usted habla de suspender las acciones contra la población civil pero no de un cese al fuego unilateral.

Tampoco asesinar a sangre fría soldados y policías, todo lo que está en el acuerdo.

Pero un combate no es un crimen de guerra ni un ataque a la población civil. ¿Se quedaría sentado?

Lo que se va a buscar es que suspendan todas esas acciones criminales. Eso es lo que tendremos que ir consiguiendo, si se quiere avanzar en la paz negociada.

¿Esto significa que usted sí cree que hay un conflicto armado?

No. Nosotros hemos sido muy enfáticos en eso, es muy importante aclarar que las condiciones que nosotros hemos defendido siguen vigentes. Lo que hay es una transición para conocer lo que se ha negociado y poder darle un término perentorio para que las Farc suspendan todas estas acciones criminales.

Pero conceptualmente, ¿sigue pensando que con las Farc no hay un conflicto armado sino una amenaza terrorista?

Claro, las Farc lo siguen siendo, hoy secuestraron a la hija de un comandante del Gaula, por dios, ¿cuál es la definición de crímenes de guerra?

Un presupuesto de la negociación es que uno negocia con el enemigo. Pero que hay un conflicto armado, no una amenaza terrorista.

Nosotros siempre nos hemos opuesto a esa concepción que se dio desde el Marco Jurídico para la Paz. Ahí tenemos una enorme discrepancia. El Marco Jurídico para la Paz en nuestra opinión alimenta todo un proceso de impunidad vía la conexidad del delito político. Vamos a esperar ahora qué falla la Corte sobre el alcance de la demanda  sobre la Ley estatutaria, que es la que al final seguramente va a definir cuál es el alcance de la conexidad con el delito político.

Ustedes hablan de hacer una evaluación de los acuerdos que se han hecho hasta ahora. ¿Eso implica que si ustedes encuentran algo que no les gusta, lo modificarían o no lo cumplirían?

Por ejemplo, nosotros hemos planteado que definir una política anti-drogas con el principal cartel del narcotráfico del mundo tiene todas las limitaciones y todas las equivocaciones. No conocemos bien cuál es el alcance en detalle de lo que se ha logrado allí. Por eso lo que nos pidió el Partido Conservador tiene toda la lógica. Damos un compás de espera para revisar qué es lo que realmente hay al interior de esos acuerdos para hacerlo transparente al país y tomar ahí las decisiones que correspondan.

¿Usted estaría dispuesto, a pesar de que ya se ha acordado, echarlo para atrás?

Lo que vamos a hacer es evaluar lo que se ha planteado allí. Ese es el compromiso que se adquiere con ese acuerdo del Partido Conservador. Hacer esa evaluación, esa revisión detallada.

La negociación está planteada con el objetivo de que las Farc tramiten sus reivindicaciones por la vía de las urnas y no de las armas. ¿Está de acuerdo conceptualmente con ese planteamiento?

Ese es un punto que ni siquiera estuvo en discusión con el Partido Conservador y mantenemos nuestra posición. Para quienes han cometido crímenes atroces y delitos de lesa humanidad, estamos de acuerdo que se les aplique reducción de penas, en aras de una paz negociada bajo el principio de la justicia transicional. Pero tiene que haber una pena, que se pague con cárcel. Incluso yo plantee seis años para cabecillas que podrían tener 60 años si uno les fuera aplicar los procesos existentes. Tiene que haber cárcel y para ese tipo de personas que han cometido esos delitos no puede haber elegibilidad. Sí estamos de acuerdo que quienes han portado algún uniforme, un arma, tengan elegibilidad política.

¿Está de acuerdo con en el planteamiento del proceso, que es cómo ayudarle a la guerrilla a convertirse en un partido político que pueda tramitar por las urnas lo que ellos piensan?

Para quienes sean elegibles, claro. Adquirirán sus derechos ciudadanos para poder participar en política. Ahí la Constitución aplicará como aplica para cualquier grupo de ciudadanos que quiera convertirse en fuerza política. Nada distinto a lo que establece la Constitución y la Ley para el ejercicio de la política. Pero sobre la base de quiénes puedan ser elegibles.

Es decir usted está de acuerdo, una vez termine el proceso, en ver a los guerrilleros como adversarios políticos y no como enemigos.

Sí, siempre y cuando no sean los que han cometido crímenes atroces y delitos de lesa humanidad.

Mucha gente teme, no por usted sino porque Álvaro Uribe trató a los opositores como enemigos o idiotas útiles de las Farc, que su gobierno vaya a tratar a la oposición de esa manera. ¿No cree que a Uribe se le fue la mano en la forma como trataba a sus opositores?

No. Yo desarrollé una relación muy respetuosa con la doctora Clara López. Me parece que es una líder muy valiosa, que logró una votación muy destaca. Que demostró tener carácter, tener ideas, y a pesar de todas las diferencias, se pudo hacer un debate civilizado. Yo con Clara estuve en 21 debates y eso muestra que es posible la discusión de ideas y de propuestas en todo tipo de auditorios. Universidades públicas, lugares donde había una clara preferencia por las ideas de ella, auditorios de empresarios donde siempre tuvo espacio. Me parece que ese talante en los debates muestra cómo puede funcionar mi gobierno dentro del respeto.

Sectores le aplauden al Presidente Santos que rompió con ese estilo de confrontación de Uribe, bajo el cual atacaba a la oposición y tachaba a los opositores de guerrilleros vestidos de civiles. ¿Usted mantendría esa ruptura con la presidencia de Uribe?

Yo lo que puedo decir es que mi gobierno es lo que yo le estoy prometiendo al país. Me parece que estar conceptualizando lo que va a ser mi gobierno por referencias históricas de otro gobierno, en este caso de Uribe, es no reconocer lo que representa mi propuesta política, que está claramente definida. Y eso es lo que el país va a conocer, lo que ha visto en mis debates, en mi talante. Eso es lo que va a ser un gobierno mío, con respeto a la oposición, con garantías. Va a ser un gobierno para todos, con las ideas que yo he planteado para los colombianos, representando lo que es mi partido que es el Centro Democrático. Ese va a ser el talante del gobierno.

Muchos de sus seguidores odian a las Farc, creen que en La Habana se está haciendo un régimen castro-chavista, ¿usted estaría dispuesto a mantener la negociación después de revisar los acuerdos incluso en contra del voto que ese sector le está dando en contra de la guerrilla?

No. Yo lo que pienso es, ¿Qué le han demostrado las Farc al país? Son el principal cartel del narcotráfico del mundo. Y todos los días cometen acciones criminales. Las Farc no han dado una sola señal para la búsqueda de una paz. Históricamente las Farc siempre han engañado a los colombianos. Por supuesto, si ellos muestran una voluntad de querer avanzar en una paz negociada, de suspender todas esas acciones criminales, de generar hechos reales, medibles, verificables, pues claro que estamos dispuestos a dar las oportunidades para que ellos regresen a la vida civil con las condiciones que ya he establecido. Siempre la política de seguridad democrática tuvo el propósito de debilitar y desarticular todas estas estructuras terroristas para llevarlas a una negociación en condiciones dignas para la sociedad. No una negociación cómo ha ocurrido en estos últimos dos años, sin ningún tipo de condición o exigencia. Eso me parece que no tiene ningún sentido. La búsqueda de una paz negociada exige condiciones de un Estado legítimo y eso es lo que yo haré, dentro de lo que hemos acordado con el Partido Conservador. Ahí no hay modificación alguna.

Una de las cosas que las Farc han puesto de manera clara es que ellas sienten que están negociando con iguales y que esto no es una rendición. Si ellos no están dispuestos a cambiar esa relación de iguales, ¿usted no seguiría el proceso?

Esta no es una negociación para darle gusto a las Farc. La búsqueda de una paz negociada es para todos los colombianos. El error de quienes están apostando a eso es que hay que montar una negociación para darle gusto a las Farc. Eso no es posible. Colombia es un Estado legítimo. Aquí no se puede permitir que se gobierne desde La Habana, que las Farc manipulen al Estado y a la sociedad colombiana. Una cosa es buscar una paz negociada, pero otra es la legitimidad de un Estado y la defensa de unos valores y una institucionalidad democrática. Eso en ningún momento puede estar en discusión.

Claro, pero otra cosa es negociar la rendición si ellos no están derrotados. Usted puede exigir lo que sea pero si el otro no quiere y se para de la mesa pues no hay negociación.

Pues no es una negociación para darles gusto. Entonces, ¿cuál es la exigencia?  Las Farc siguen siendo el principal cartel del narcotráfico y hoy secuestraron. Entonces, ¿no se les puede exigir nada en aras de que si se les exige algo entonces las Farc no aceptan? Me parece que esa sí es una rendición. Es que Colombia es un Estado legitimo, entonces, ¿cuál es el temor? Si secuestran hoy, ¿es un temor exigirles que no sigan secuestrando porque estamos negociando con quienes secuestran? Si se les exige algo, ¿entonces no funciona el proceso? Esa es una percepción completamente errónea. Llevan dos años. Habían planteado seis meses, luego que otro año, vamos en dos. ¿Cuántos más van a necesitar? Entonces ahí tiene que haber esa claridad.

Por eso la exigencia, en este acuerdo con los conservadores, no varía. Ellos tienen que suspender todas las acciones criminales contra los colombianos. Resulta que el secuestro de la hija de un comandante del Gaula sí es viable, ¿eso sí se tiene que tolerar en aras de una paz negociada? Inadmisible.

El acuerdo con las Farc incluye un cambio estructural en el desarrollo del campo colombiano. Si fuera un proceso en sus términos, ¿Cuál es la visión de país que usted aspiraría después de que se finalice el proceso si usted gana?

Toda la política agropecuaria nuestra no está circunscrita a La Habana. La política agropecuaria es una convicción de que el campo en Colombia se modernice, sea rentable y para nada está basada en los lineamientos que pueda dar La Habana. El campo tiene que modernizarse, tiene que ser competitivo, la política para el campo no está en función de lo que se discuta con la guerrilla. Podrán ser actores, podrán participar de esa política. Esa política la vamos a diseñar para todos los colombianos, pensando en el campesino, en el productor, no pensando en que hay que negociarla con las Farc para que nos determine cuál es la política agropecuaria.

El gobierno Santos ha planteado cuál es su visión de cómo quiere que el país resulte, que incluya una transformación del campo. Si usted fuera a negociar, bajo sus condiciones, ¿en qué cambiaría Colombia después del proceso?

Sería un camino para que ellos entreguen las armas, tengan unas garantías para regresar al seno de la sociedad civil y puedan democráticamente participar en nuestra sociedad si quieren defender unas ideas, dentro de las limitaciones que hemos planteado. Ellos tienen que pagar por el daño que le han hecho a la sociedad. Esta semana un juez condenó a una persona por robar chocolatinas. Y resulta que mañana Timochenko no va a pagar un solo día de cárcel, lo quieren llevar al Congreso y qué maravilla. Por dios, a ese estado no puede llegar la concepción de una paz negociada. Una paz así no le sirve al país, eso sería una paz basada en la impunidad, eso no sería un ejemplo para Colombia.

La última pregunta: sus seguidores piensan que está naciendo en La Habana un régimen castro-chavista. ¿Usted también piensa eso?

Pues es que los principios son eso. Si usted mira el último vídeo de los 50 años de las Farc (el de Timochenko), está totalmente inspirado en el régimen castro-chavista. ¿Cuáles son las ideas que defienden las Farc? ¿Dónde se está haciendo la negociación? En La Habana. ¿Quién es el garante? Venezuela. ¿Qué es Venezuela? Un régimen que no es democrático. ¿Cuál es el principio de democracia que pueden defender las Farc si su fuente de inspiración es el régimen castro-chavista?

Pero en todo caso es una negociación con el gobierno, no es solo lo que las Farc quiere.

Por eso Colombia tiene que ser muy claro, en cómo defiende unos valores democráticos, ¿qué es defender una democracia? Que quienes han cometido crímenes atroces y delitos de lesa humanidad no pueden ser elegibles.

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