Claridad

Primero fue un comercial donde se preguntaba a una madre y a un padre si prestarían sus hijos para la guerra, “es fácil pelear la guerra con hijos ajenos”, terminaba. Una confusión de valores sin precedentes en la que prácticamente se culpa a los mismos militares de los daños que reciben sus soldados. En tal caso ¿no sería mejor preguntarles a las madres y los padres si quieren que a sus hijos los sigan asesinando los que ya sabemos?

Después el presidente salió a decir que iba a terminar con el servicio militar obligatorio. Después Gustavo Petro dijo que la tropa guerrillera debería formar parte de las fuerzas armadas. A ambos los desmintió (si es que un ministro puede desmentir a un presidente) el Ministro de Defensa, que en una rueda de prensa improvisada dijo que en caso de que se finalizara el servicio obligatorio sería en unos quince o veinte años, y que es una locura imaginar que los mismos que a tantos militares han matado, formaran ahora parte de las fuerzas que tienen como principal misión proteger al país de los criminales.

¿Qué clase de moral rige en una persona como el alcalde de Bogotá, cuando para él, gente que mata, gente que secuestra, gente que extorsiona, gente que roba, gente que tortura, gente que trafica con armas y drogas, gente que siembra minas antipersona que matan y le cercenan las extremidades a los campesinos, gente que recluta niños y niñas, se merece salvaguardar la integridad de los ciudadanos?

También hablaron los líderes de las  Farc. “¿Quieren las armas?, dennos el poder”, dijo su jefe en un video. Otro, desde La Habana, dijo que para llegar a un acuerdo no aceptan entrega de armas ni castigos penales, y exigen curules en el Congreso y reducción del Ejército. A esto, como única respuesta, tan solo se escucharon unas cortas palabras del general retirado Jorge Enrique Mora, que hace parte del grupo negociador en La Habana, quien dijo que se respetará la legitimidad de las Fuerzas Armadas.

¿Qué está pasando? ¿Cómo puede ser que se esté maltratando (manoseando, dijo el ministro Pinzón) a las fuerzas del orden de esta manera? ¿Es que para alabar un proceso de paz se tiene que trapear el piso con la gente que nos protege a los colombianos? ¿Por qué el jefe máximo de las fuerzas militares no se pronuncia ante propuestas descabelladas como las de Petro? ¿Por qué no ante lo que dicen los jefes de la guerrilla?

¿Qué pasaría si de llegar a un acuerdo, el pueblo en un referendo vota que no? O ¿qué pasaría si al final no se llega a ningún acuerdo? ¿Nos miraríamos las caras entonces, preguntándonos como el Chapulín Colorado, “¿y ahora quién podrá defendernos?”

El país quiere claridad. Y más bien lo que se siente es que nos están enredando.

Por favor, respeten a las fuerzas del orden.

pedrocaviedes@gmail.com

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