De Reza Palhavi a Petrocaribe

El 25 de junio de 2005 se creó en Petrocaribe. Por primera vez, en público se habló de la utilización del petróleo como instrumento de la política exterior de Venezuela y de los objetivos trazados por Socialismo del Siglo 21.

A finales de 1978 se produce una rebelión en Irán contra el Sha de Persia, Mohammed Reza Pahlavi, quién luego de haber sido el aliado seguro de las potencias occidentales por la producción de sus seis millones de barriles diarios de petróleo, y haber disfrutado sus reyes, presidentes y primeros ministros el esplendido banquete que ofreciere el Sha, en la mítica Persépolis.

En enero de 1979 se vio obligado a abandonar el poder, para luego de un doloroso periplo por varios países que incluyó a Panamá, terminar en Egipto, donde murió luego de una corta pero fulminante enfermedad, quizá más de congoja que del mal que lo llevó a la tumba.

La revolución iraní, y la posterior guerra Irán-Irak, hizo que los precios del petróleo subieran a la astronómica suma, para aquél entonces, de 39 dólares el barril. Por supuesto, los países industrializados como fueron llamados, se conmovieron y sus economías sufrieron los embates de la cadena de precios, desde lo más sencillo hasta lo más complejo en las líneas de producción; lo cual se trasladó para mayor desasosiego a los países, llamados también aquél entonces subdesarrollados, entre los cuales se encontraban los centroamericanos; y algunos de Suramérica, pero no todos, productores de petróleo como Brasil, México y Venezuela recibieron con beneplácito el aumento del precio de hidrocarburos, que les permitiría salir del subdesarrollo y ofrecer a sus pueblos la calidad de vida que se merecían, lo cual no hicieron.

Para esas fechas el entorno geopolítico de nuestra región era peligrosamente inestable, no solo por los factores internos sino por los efectos colaterales de la Guerra Fría, que habían convertido a la mayor parte de los países sur y centroamericanos en laboratorios de enfrentamientos ideológicos.

Bajo esa perspectiva los presidentes José López Portillo de México y Luis Herrera Campins de Venezuela, unieron sus solidaridades con los pueblos de Centroamérica para crear el 3 de agosto de 1980 el  Pacto de San José, que garantizaba el suministro de 180 mil barriles diarios de crudo o derivados en condiciones favorables de financiación e inversión. Ventidos años duró esa experiencia que se enriquecía y modificaba cada año, sin fines o imposiciones ideológicas.

El 14 de diciembre de 2004 Hugo Chávez de Venezuela y Fidel Castro de Cuba, firmaron en la ciudad de La Habana, la Alianza Bolivariana para América, ALBA, con el fin de contraponer a la presencia estadounidense y sus Tratados de Libre Comercio, un modelo económico caracterizado por la estatización de los medios de producción. Posteriormente se unió a esa alianza geopolítica Bolivia, Nicaragua, Honduras, Ecuador y algunos países del Caribe.

El 25 de junio de 2005 se creó en Puerto La Cruz, Venezuela, Petrocaribe, con el fin sustituir el Pacto de San José con una nueva perspectiva. Por primera vez, en público se habló de la utilización del petróleo como instrumento (arma, llegó a decir un alto funcionario de aquél entonces) de la política exterior de Venezuela y de los objetivos trazados por Socialismo del Siglo XXI.

El 5 de abril de 2006 se fundó ALBA Petróleo-El Salvador, sociedad mercantil mixta entre Petróleos de Venezuela y la Asociación Intermunicipal Energía para El Salvador –ENEPASA- integrada por los alcaldes municipales miembros del FMLN, con el fin de importar y comercializar crudo o derivados a precios competitivos.

Petrocaribe constituyó un relanzamiento del antiguo Pacto de San José, una perspectiva de comercializar un bien escaso en condiciones favorables con aquellos países de economías deprimidas o carentes de este producto; y puede llegar a ser un instrumento de desarrollo sustentado en la solidaridad, tal como lo diseñaron los presidentes López Portillo y Herrera Campins en 1980.

La constatación que los fines posteriores a un simple acuerdo de cooperación, se pueda convertir en un instrumento de dominación o imposición ideológica que conlleve la desaparición del Estado de Derecho, sustentado en el equilibrio e independencia de los poderes públicos, indica que la prudencia y el fin último del gobierno, de cualquier gobierno, debe ser la consecución de la felicidad de su pueblo, de su propio pueblo, en primer lugar; y no la búsqueda de un ideal, que a la postre está cargado de fracasos, sufrimientos y degradación, como lo es caso de Venezuela.

De modo que alcanzar ese equilibrio necesario entre las libertades individuales, el disfrute de un régimen democrático, la justicia, el desarrollo económico, moral e intelectual es quizá el más difícil reto del presidente Salvador Sánchez Cerén, que no dudo que por sus luchas, esperanzas y experiencia querrá sentar las bases definitivas para un pueblo libre, alegre y satisfecho de sí mismo.

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