¿El fin del conflicto?

Ojalá, como diría el moro; Dios quiera que así sea. Así lo deseamos todos los colombianos, que haya un armisticio, un largo e interminable periodo de no agresiones, de cero violencia, para que los conflictos de intereses se resuelvan por las vías pacificas. Sin olvidar que ese conflicto lo inventaron los subversivos, quienes para justificar sus acciones delictuosas adoptan una ideología comunista, que pretende hacernos creer que defienden los intereses del pueblo. Solo que para proteger supuestamente al pueblo contra las agresiones del estado, se dedicaron a atacarlo, a secuestrar ciudadanos, a dañar la infraestructura productiva y de servicios, a asesinar, a reclutar menores y a hacer narcotráfico. La guerra se la declaró la subversión a Colombia, y cuando el gobierno anterior tenía controlados y difuminados a los falsos guerrilleros, a punto de neutralizarlos casi en su totalidad, les llego la mano de Santos. Para darles un segundo aire vivificante, para otorgarles estatus, y para ponerlos a conversar de paz en la Habana con su gobierno. Ahí estamos.

Según el Presidente, su reelección es el fin del conflicto; solo que no estamos seguros de si en este caso, el ganador es el socialismo del siglo XXI, el de Fidel en Cuba y en Venezuela con Maduro. Las Farc, que favorecen desde siempre intereses foráneos no van a entregar las armas, tan solo las dejarían, y eso tiene sentido. La paz en realidad es una utopía, y ni tan siquiera las naciones y estados que posan de pacificistas absolutos lo son. La India con su revolución pacifica, que no lo fue tanto dado que se basó en la violencia pasiva que permitió la muerte de cientos de miles hoy funda su pacifismo en el poderío atómico. Su ejército está conformado por más de un millón de hombres, y no andan haciendo la guerra.

Los israelíes para mantener su ejército entrenan de manera permanente a toda la población civil, y cada ciudadano es un soldado. Aquí para ganar votos, el señor Juanpa, muy simpático, prometió acabar con el servicio militar obligatorio; así, de un plumazo. Es evidente que a la nación le va mejor reduciendo el pie de fuerza, profesionalizando todo el ejército, pero sería absurdo no escalonar el proceso. Llevaría mínimo cinco años suprimir en su totalidad la conscripción del soldado regular obligatorio. Lo mejor sería instaurar el servicio social obligatorio para los bachilleres, para que se les matricule durante un año en servicios de apoyo, en la policía cívica, en la Defensa Civil, en la Cruz Roja, en el sector de la educación, todo esto sin que reciban entrenamiento militar con armas. Pero dejando la posibilidad de que los voluntarios reciban esa clase de entrenamiento, en un porcentaje tal que permita mantener una reserva activa y entrenada, que apoye a los soldados profesionales en un eventual estado general de guerra o conflicto. “Si vis pacem, para bellum” reza el adagio latino: si quieres la paz, prepárate para la guerra.

Ojalá el conflicto llegue a su fin, como lo promete el renovado Juanpa; hace cuatro años prometió el oro y el moro, hoy no presenta resultados, tan solo mas promesas. No sabemos cómo las va a cumplir; tal vez en el reino de Macondo que tanto invoca, en el reino de la imaginación, quepa tanta belleza. La oposición de ahora con toda su fortaleza, tiene la obligación de aterrizar los procesos. Ese de la paz debe dejar de ser secreto. Media Colombia desea la paz, sin condiciones; la otra media también quiere la paz, pero con unos requisitos racionales.

oscaralbertodiazgarcia@hotmail.com

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