La Fiscalía infiltró la campaña de Zuluaga

A Andrés Sepúlveda lo amenazan con meter a la cárcel a toda su familia, empapelar a quien se les antoje, dejar huérfano a su hijo y muchas barbaridades más solamente dignas de esta Fiscalía que se ha convertido en una especie de Stasi al servicio de la tiranía que el G2 cubano nos está montando sin que nos demos cuenta.

Macabro lo que sucede en la Fiscalía General de la Nación. No hay otra palabra para definir lo que está haciendo Montealegre con ese ente que debería velar por defender la verdad y la justicia pero que, en cambio, se ha convertido en una oficina paralela usada por los intereses del terrorismo que está sentado en La Habana trabajando para lograr impunidad y una muesca de poder en el Estado.

Lo que el ciudadano español Rafael Revert aseguró en una entrevista a Julio Sánchez Cristo, reviste la más preocupante gravedad. Aseguró este señor que la Fiscalía General de la Nación lo contactó para infiltrar la campaña de Oscar Iván Zuluaga y que por instrucciones de ese ente grabó ilegalmente a Andrés Sepúlveda (a quien los grandes medios bautizaron como el “hacker”), al mismo candidato Oscar Iván Zuluaga, a su hijo David Zuluaga y a quién sabe cuántos miembros y visitantes más en la sede de esa campaña.

¿Por qué la Fiscalía estaba interesada en infiltrar la campaña de Zuluaga si, como ya se ha descubierto, el ente investigador no tenía indicios, ni pruebas ni nada de algo que supuestamente estuviera realizándose en esa campaña?

¿No será, en cambio, que el Fiscal Montealegre, público apoyador de los diálogos con los terroristas, y también público apoyador de la campaña de Juan Manuel Santos, usó la Fiscalía como una herramienta de guerra sucia contra Zuluaga?

Nadie se ha preguntado por qué no existe orden judicial –que se conozca- para que la Fiscalía infiltrara la campaña de Zuluaga. Precisamente, con el ánimo de proteger los derechos de los ciudadanos, está muy claro que la Fiscalía no puede actuar en estos casos a menos que haya procedido una actuación judicial que haya ponderado las razones de la Fiscalía sobre “el delito investigado y las condiciones del sujeto sobre quien o sobre cuyos intereses se practicaría la actuación, a fin de evitar una restricción excesiva, innecesaria o afrentosa, que en poco o nada asegure verdad al proceso y al contrario, afecte desproporcionadamente ámbitos de la intimidad y privacidad de la persona implicada. Lo que hace el juez es proteger los derechos del sujeto investigado, impedir que las prerrogativas del Estado asignadas a la Fiscalía y a su aparato técnico, se usen sin finalidad concreta, sin justificación, inútilmente y de modo desproporcionado, desconociendo el carácter iusfundamental y especialmente protegido de los bienes jurídicos reconocidos en los derechos individuales sobre los que la actuación investigativa opera.”

Así, la labor de Rafael Revert debió contar con una orden judicial, una orden del fiscal delegado para realizar esas interceptaciones y grabaciones.

Y viene otra pregunta: ¿Por qué un ciudadano español, sin permiso para trabajar en Colombia, hace labores de policía judicial? Cosas extrañas dentro de todo lo que rodea al tenebroso Montealegre y que, a pesar de las maromas lingüísticas de Ramiro Bejarano para revestir a Revert de legalidad y hasta de cierto amor a Colombia, no dejan de perder su hedor a podredumbre.

¿Por qué a Revert la Fiscalía lo tiene como testigo protegido, mientras que a Sepúlveda lo tiene enterrado en el búnker? La razón es simple: No hay pruebas de que Andrés Sepúlveda hubiera hecho nada ilegal, y se hace evidente que Montealegre miente cuando asegura que Sepúlveda “ya confesó todo”. La verdad es lo que dijo Revert en la entrevista: Él fue contratado por la Fiscalía para infiltrar la campaña, y ya. El propósito siempre fue destrozar la campaña con acusaciones infundadas que no tienen más prueba que el dicho del español y la alharaca de Montealegre en los medios de comunicación.

¿Por qué Rafael Revert está con escoltas pagados con nuestro dinero, y por qué él saldrá del país con los bolsillos llenos, impune (si es que hubo delito y que él obviamente participaría en el mismo), mientras que Andrés Sepúlveda queda hundido en los calabozos del búnker? ¿No será porque Andrés Sepúlveda en realidad no ha “colaborado” con la Fiscalía, sencillamente porque no tiene nada qué decir y es apenas un chivo expiatorio de los objetivos de Santos para no dejar piedra sobre piedra de Uribe y los seguidores de sus ideas?

Es igualmente sospechoso que la Fiscalía le dé permiso a Rafael Revert para que hable con los medios, mientras que a Andrés Sepúlveda lo amenazan si él o su esposa salen a hablar ante cámaras o micrófonos.

Estas respuestas se pueden deducir fácilmente de lo que está sucediendo en el búnker. Varias personas fueron testigos de las amenazas airadas de Danny Julián Quintana, Director Nacional del CTI, contra Andrés Sepúlveda quien había sido “pillado” en su interés de hablar con la prensa y contar los vejámenes a los que ha sido sometido allí. Quintana le gritó de todo, amenazó con su seguridad y la de su esposa e hijo si él o Lina Luna Rodríguez llegaban a hablar con los medios.

Porque lo que ha padecido Andrés Sepúlveda en el búnker no tiene nombre. Fuentes que desean conservar su anonimato por razones de seguridad -temen por sus vidas- conversaron con Periodismo Sin Fronteras y nos confirmaron que hombres armados han llegado a entrar en la celda de Andrés Sepúlveda, a altísimas horas de la noche, para atemorizarlo. Le han dicho que si su esposa “saca la cabeza, se la mochamos” (“sacar la cabeza” es hablar con los medios. “Mocharla”, no sabemos lo que significa).

Lo amenazan con meter a la cárcel a toda su familia, empapelar a quien se les antoje, dejar huérfano a su hijo y muchas barbaridades más solamente dignas de esta Fiscalía que se ha convertido en una especie de Stasi al servicio de la tiranía que el G2 cubano nos está montando sin que nos demos cuenta.

Las mismas fuentes nos dijeron que Danny Julián Quintana, director del CTI, llegó enfurecido a la celda de Andrés Sepúlveda porque éste estaba decidido a contar que la Fiscalía le ha ofrecido 500.000 dólares para que ensucie a Oscar Iván Zuluaga con falsedades.

Pero nada de esto ha seducido a Sepúlveda para convertirse en un falso testigo –como lo es Revert- a órdenes de la reelección. Ni siquiera se dejó comprar con la promesa, además del medio millón de dólares, de refugio en el exterior con su familia, comodidades a granel y todo lo que los pitirris de la Fiscalía han obtenido por sus ruines servicios a la Fiscalía.

Muy claro ha dejado la Fiscalía en este nauseabundo proceso que su interés es demoler la campaña de Oscar Iván Zuluaga. En todas las actuaciones nuestras fuentes aseguran que han dicho cosas como “debería darles asco estar en la campaña de ese hp..”, “cualquiera vomitaría de trabajar para la campaña de ese hp..”, y otras bellezas más que nos da una clara idea de lo que es en realidad esta Fiscalía.

Muchos pensaron que Sepúlveda era el infiltrado en la campaña de Oscar Iván Zuluaga, pero la verdad, tal y como se ha ido descubriendo, es que él es apenas otra víctima más de los tétricos tentáculos de la Fiscalía de Montealegre. No hay interceptaciones ilegales, y sí es cierto que chuzaron a los terroristas en La Habana, Sepúlveda debería ser condecorado, no judicializado como lo está siendo mientras los verdaderos criminales pasean en yate y viven a cuerpo de rey a costa de nuestros impuestos.

Dios quiera que Lina Luna Rodríguez o el mismo Andrés Sepúlveda no se dejen amedrentar.

Si logran vencer el natural temor frente al monstruo decapitador hacemos ruegos para que no se cumplan las amenazas del vicefiscal y el director del CTI respecto a “mochar” la cabeza de la esposa de Sepúlveda o atentar contra la familia de ellos.

Así pues,  la única opción de que se haga justicia en éste y otros casos es que Oscar Iván Zuluaga gane las elecciones. De lo contrario, si el camarada Santos vence fraudulentamente –como creo que puede pasar- vámonos haciendo a la idea de que las cabezas de todos los uribistas serán “mochadas”.

Hay que estar preparados para lo peor. Porque la guillotina castrista llegó para quedarse.

@ricardopuentesm

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