Llamado a la reconciliación política

La suerte está echada para los próximos cuatro años. A pesar de las denuncias por fraude electoral hechas por el Centro Democrático ante la Procuraduría y la opinión pública internacional, sabemos de antemano que difícilmente llegarán a buen puerto.

El presidente electo es Juan Manuel Santos, el proceso de paz seguirá su curso y las demás fuerzas políticas deberán reacomodarse bajo el nuevo escenario.

El convulsionado proceso electoral, además de dejar asqueados a cientos de miles de ciudadanos, en gran parte por la prominencia que le han dado las campañas a los hombres del marketing electoral sobre la política de las ideas; ha dejado heridas que difícilmente sanarán.

El Centro Democrático aunque fortalecido se siente robado, el Partido Conservador agravó sus divisiones, Clara López y Jorge Robledo quedaron con serias diferencias, la Alianza Verde desapareció después de la primera vuelta yel Partido Liberal finalmente se renovó renombrando a sus dirigentes del pasado, valga decir, Gaviria, Samper y Serpa.

Se zanjaron diferencias irreconciliables que pasadas las elecciones todavía generan impacto en la vida pública nacional, las cuales, sin duda, definirán el curso que tomen muchos poderes y micropoderesal interior de los partidos, sobre todo cuando estánprestos a asistir en menos de un año a una nueva contienda para elegir a alcaldes y gobernadores.

¿Qué hacer entonces?

Para enfrentar los próximos cuatro años de gobierno, Santos debe tomar la iniciativa y mostrar el talante de estadista que durante cuatro años ocultó. Más que oficiar como Jefe de Gobierno debe hacerlo como Jefe de Estado, y más aún, si verdaderamente quiere sacar adelante los procesos de paz con las Farc y el ELN.

Si quiere tener gobernabilidad, debe renunciar a su estilo excluyente que todo lo simplifica de modo maniqueo entre amigos y enemigos de la paz. El país le demostró que no cuenta con holgado respaldo. El 49% de los electores no están con él. Además, para legitimar y legalizar los eventuales acuerdos de paz no le bastará con el 51%.

Debe tener liderazgo para poner en cintura los desmesurados anhelos burocráticos que le demandarán los políticos que lo apoyaron, muchos de ellos dentro de la Unidad Nacional; y los que quedaron por fuera de ella, principalmente los de izquierda, las prolijas pretensiones afines a su intereses político-ideológicos. Todos querrán gobernar con él, o en su defecto, que los favorezca de uno u otro modo.

De igual forma, Santos debe reconciliarse con Antioquia, acercarse a los antioqueños, entender las diferencias que los alejan y recomponer las relaciones. El país necesita de la experiencia adquirida por el departamento en materia de reconciliación, pues no por nada ha sido ampliamente reconocido como el caso más exitoso de desmovilización y reintegración a la vida civil de excombatientes guerrilleros y paramilitares.Si verdaderamente asistiremos a un postconflicto, el país necesita el liderazgo de los antioqueños.

Pero quizás lo más importante que debe hacer el Gobierno es convocar inmediatamente a ese otro medio país representado en el Centro Democrático para que se vincule de manera protagónica al proceso de paz, no como un actor mas del conflicto armado, como de manera amañada lo pide la izquierda política y militar; sino como fuerza política legítima y representativa. El mejor escenario para hacer ese llamado lo constituye la instalación del nuevo Congreso de la República el 20 de julio, en el que, en procura de ganar la legitimidad que le hace falta, debe ofrecer un asiento en la mesa de la Habana a Oscar Iván Zuluaga o Marta Lucía Ramírez.

Por el bien del país esa invitación debe hacerla el Jefe de Estado lo más pronto posible, y antes de que lo hagan las Farc o el ELN, pues de ser así, el rol protagónico en la negociación pasaría a manos de las guerrillas y los sectores de oposición, escenario que sin duda rechazaría Santos. Que lo haga el Gobiernoes fundamental para la suerte del proceso, además representaría un acto de gallardía que le valdría a todas las partes para hacerse a un importante respaldo político.

Es previsible la reticencia que frente a esa invitación tome Álvaro Uribe, jefe natural de la oposición y la cabeza visible del 45% del electorado que votó en contra de la reelección,pues sus principios le impiden ir a un diálogo sin que las guerrillas acepten las condiciones mínimas exigidas,por eso hay que presionar a las guerrillas para que desistan de su actividad armada, el desminado del campo y la suspensión del reclutamiento de menores mientras se negocia. Obviamente los opositores al proceso de paz también deberán ceder en cierto grado.

Hoy más que nunca el país necesita del liderazgo de Álvaro Uribe y de Juan Manuel Santos, no para que superen su enconada relación personal ni renuncien a sus convicciones políticas, sino para que antepongan los intereses nacionales llegando a un acuerdo para frenar el daño que se le sigue haciendo a nuestra resquebrajada democracia e institucionalidad. Los ciudadanos no aguantarán cuatro años más de intensa confrontación política. Solo en ellos dos está la capacidad de sanar al país. Deben aprovechar el momento de efervescencia social y hacer de la paz el instrumento para reconciliar a los colombianos.

Suena idealista, pero resulta ser la salida más realista para evitar el colapso moral de nuestra sociedad.

Twitter: @alvaroprezmolin

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