Re-elección

Tres semanas antes de la última votación, escribí en este periódico un artículo con el mismo título que éste, en el que dije que “yo fui amigo de la reelección de Uribe y no me arrepiento. Pero mirando la campaña actual resulta claro que el Gobierno tiene un gran poder que viola el equilibrio político”. En ese momento ya era evidente que el candidato alterno no tenía las herramientas para contener la caballería blindada de Santos.

Fue solamente cuando Santos, después de ser reelegido, dijo que había que pensar en eliminar la re-elección y cambiar el período presidencial a cinco o seis años, cuando se suscitó un debate que pasó como un ráfaga de viento, probablemente porque se pensó que como ese es tema del Congreso ya habrá tiempo para debatirlo.

Pienso, sin embargo, que el asunto es demasiado importante para dejárselo solo al Congreso, donde la oposición será una minoría y donde la mermelada ha hecho estragos, como se comprueba con  los senadores conservadores, de quienes dijo la excandidata Marta Lucía Ramírez que son “una bancada en busca del mejor postor”.

Ahora creo que re-elección no y que ampliación del período tampoco.  En esta  campaña vimos toda la manaza del gobierno que se descargó en avisos, pagados por el Estado. Zuluaga dijo en una entrevista que, en uno de sus debates con Santos, todos los avisos eran del gobierno que no cuentan  para los topes que la ley señala.

El “manejo asqueroso de la prensa” de que habló Juan Gossaín es otro elemento para considerar, incluyendo los debates, como el de Caracol, en el que el “director” mostró un total desequilibrio con algunas de las partes. En cuanto a la ampliación del período, el argumento de sus partidarios es que si el Presidente es bueno, cuatro años son pocos. Es verdad. Pero mirando cuántos presidentes hay malos por cada bueno, no se puede correr el riesgo con tan pocas probabilidades.

Parece un chiste, pero la ley prohíbe la intervención de los funcionarios públicos en las elecciones. Los vimos, sin embargo, haciendo comerciales de televisión. Peor aún: algunos funcionarios del Distrito renunciaron para meterse a la campaña de Santos. Estaban en su legítimo derecho. Pero, pasadas las elecciones y sólo tres  semanas después de renunciar, algunos de ellos volvieron a sus antiguos puestos. No sé si esto será legal o no. Pero lo que sí sé es que no es ético y la Contraloría distrital debería investigar si, encima de todo, esas tres semanas se las pagaron. O todo fue una comedia.

***

La Corte Suprema confirmó la condena contra el general Uscátegui por el caso de Mapiripán. Al General se le condena por no haber evitado -no por responsabilidad directa- la masacre cometida por un batallón que no dependía de él y sobre el cual el General no tenía mando alguno, como lo certificó el entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. Pero eso no importa. Es un General.

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