Sociedad civil… y armada

Algunas de estas respuestas son burdas mentiras y otras, parcialmente ciertas. Ninguna es honesta.

¿Quién invadió Crimea? La sociedad civil. ¿Y quién está ocupando oficinas gubernamentales y cuarteles de la policía en el este de Ucrania, desestabilizando esa región? La sociedad civil. ¿Quién lucha contra el gobierno de Bashar al Assad en Siria y el de Nuriel el Maliki en Irak? La sociedad civil. ¿Quiénes son los “colectivos” que enfrentan a los estudiantes venezolanos que protestan contra el gobierno? Activistas de la sociedad civil.

Estas son las respuestas oficiales que dan las partes interesadas en disfrazar la realidad. Algunas de estas respuestas son burdas mentiras y otras, solo parcialmente ciertas. Ninguna es honesta. Quienes invadieron Crimea fueron efectivos militares rusos vistiendo uniformes sin las insignias y otros distintivos que los identificaban como tales. También habían borrado o tapado las siglas de sus tanques (con la mala suerte de que en algunos casos, después de unos días, lo tapado se destapó). No importó que Ángela Merkel le haya recordado a Vladimir Putin que estas prácticas constituyen una clara violación de las reglas de la guerra que la humanidad acordó respetar a través de la Convención de Ginebra.

Muchos de los “militantes” prorrusos que están tratando de hacer ingobernables para Kiev partes del este de Ucrania son grupos organizados, coordinados y financiados por el Kremlin.

Es el mismo truco que hemos visto en las calles de Caracas, La Habana y Teherán. Cuando la gente sale a las calles a protestar contra el gobierno es violentamente enfrentada por grupos de “civiles simpatizantes del régimen”. En Irán se llaman Basij y su nombre completo es “Organización para la Movilización de los Oprimidos”. En Cuba las “Brigadas de Respuesta Rápida” son los grupos encargados de propinarles severas palizas a quienes se atreven a marchar en las calles criticando a la dictadura. Esta tecnología política ha sido exportada a Venezuela, donde los “civiles” que reprimen a los opositores se llaman “'colectivos”.

La realidad es que estos grupos, “movimientos” y organizaciones no gubernamentales (ONG) son apéndices de gobiernos que disfrazan de “sociedad civil” a sus fuerzas armadas, a su policía política y otros cuerpos represivos. Los líderes e integrantes de estas fraudulentas “organizaciones no gubernamentales” son militares, agentes de seguridad y mercenarios pagados por gobiernos que no quieren aparecer ante el mundo violando convenciones internacionales y derechos humanos, masacrando opositores y, en fin, siendo lo que realmente son: brutales autocracias.

Otra manifestación más compleja de este fenómeno son las revueltas contra la dictadura siria y el gobierno prochiita de al-Maliki en Irak. Las insurgencias nacieron como protestas espontáneas y populares de segmentos de esas sociedades agobiados por gobiernos que los excluyen y reprimen. Pero rápidamente las protestas escalaron, convirténdose en sangrientos conflictos en los que las fuerzas armadas de esos países combaten a la sociedad civil… armada. ¿Armada por quién? Las fuentes del armamento y el financiamiento de estas insurgencias son tan opacas como su estructura organizativa y sus líneas de mando. No obstante, es obvio que los insurgentes han logrado obtener armas, dinero y combatientes en cantidades que solo son posibles gracias al activo apoyo de otros gobiernos. La realidad es que los emiratos del Golfo Pérsico y Arabia Saudita por un lado, e Irán por el otro, se están enfrentando militarmente en Siria e Irak. No lo hacen directamente a través de sus fuerzas armadas, sino a través de grupos que los medios de comunicación llaman insurgentes, militantes, activistas, o rebeldes.

Son todo eso. Pero son también fuerzas armadas que sin vestir el uniforme de país alguno constituyen los combatientes de primera línea en el conflicto que más vidas se ha cobrado en lo que va de este siglo: la guerra entra suníes y chiitas. El grupo sunita que se llama Estado Islámico de Irak y el Levante (Eiil) acaba de tomar algunas de las principales ciudades de Irak y amenaza con llegar a Bagdad y desalojar del poder al gobierno chiita. La situación es incierta y plagada de riesgos. Pero de lo que no hay duda es de que los avances de Eiil confirman que ha resurgido la ONG que más influencia ha tenido en el planeta en las ultimas tres décadas: Al Qaeda, la más extrema expresión de la sociedad civil armada.

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