El debate de la televisión pública

¿Para qué sirven los canales regionales? ¿Son medios de difusión de la obra de gobierno del mandatario de turno, espacios propagandísticos de los intereses políticos dominantes o conductos transmisores de producciones de interés social para una determinada comunidad cuyos contenidos normalmente no encajarían en los canales comerciales?

La respuesta debería estar centrada en este último aspecto pero con frecuencia en Colombia los canales públicos locales están sirviéndole a los intereses de un sector político que gobierna, con líneas editoriales alejadas de la promoción de los asuntos de una región que nos competen a todos y enfocada en ‘lambonearle’ al gobernador o alcalde del momento exaltando su obra, buena o mala, y desconociendo puntos de vista contrarios.

La crisis de estos canales queda expuesta con lo ocurrido en los últimos días en el canal capital de Bogotá pero es sintomática de lo que está ocurriendo en todo el país. Allí, dos reconocidos periodistas, Mauricio Arroyave y Manuel Salazar, le renunciaron a Hollman Morris, gerente y director de Canal Capital por sus constantes intromisiones en los contenidos e invitados del programa matutino. Su dimisión se convierte en ejemplo para los periodistas más jóvenes que ellos, por digna y coherente con el sagrado principio de la independencia, pero en el fondo deja ver las vulnerabilidades de los sistemas de contratación y el manejo editorial de estos espacios.

¿A quienes contratan en TRO o Teleantioquia o Canal Capital? ¿La condición es que sean periodistas de la región o mandaderos de los gobernantes de ocasión? ¿Cuánto valen esos contratos? ¿Cuánto en términos económicos pero sobre todo cuánto en términos de la cara lealtad que esos comunicadores le deben a sus jefes máximos, alcaldes y gobernadores?

Dirán algunos de ustedes que lo mismo pasa en ciertos canales privados. La diferencia es que ellos no se subvencionan con recursos de todos los colombianos sino con capital de unos pocos que finalmente pueden establecer linderos distintos a los que corresponden a la función pública, aunque también tendrían que ser socialmente responsables y comprometidos con la veracidad. En resumen, no es sólo el Canal Capital. Los episodios sucedidos allí deberían llevarnos a reflexionar sobre lo que está pasando en todos los canales públicos del país.

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