La impostura de Palestina

Por un asunto propio de la naturaleza humana solemos tener cierta tendencia a ponernos del lado de los más débiles. Si Costa Rica juega con Italia, le hacemos barra a los ticos; si Alemania juega con Ghana, le hacemos fuerza a los africanos. Eso hace parte del romanticismo del deporte, pero puede llegar a ser una insensatez en otros ámbitos, como la política.

Adicional a lo anterior, es un hecho que la gente no vive muy enterada de los problemas geopolíticos y los conflictos internacionales. Saben más del nuevo embarazo de Shakira y cosas de ese tenor. Tal vez por eso es que cada que se agudiza el conflicto árabe-israelí, muchos desentendidos se acomodan con el débil, condenando a los judíos por ‘masacrar’ al pueblo palestino.

Y estos ignorantes de ocasión terminan sumándose a otros no tan desentendidos que atacan al Estado de Israel al ubicarlo en el extremo derecho del espectro político, junto a los Estados Unidos, mientras sitúan a la mayoría de los países árabes en el otro extremo, más por ser funcionales a su antinorteamericanismo que por profesar una ideología de izquierda. En realidad, si se quisiera señalar algún parecido entre la izquierda y el Islam sería el de su desdén común por la democracia y el de constituir estados totalitarios, solo que los países musulmanes lo hacen por oscurantismo religioso y no por razones ideológicas.

Entonces, por solidaridad hacia el débil y por un craso desconocimiento del tema, la mayoría de la gente critica al Estado hebreo por lo que consideran ataques sin misericordia contra el pueblo palestino, lo que, sin lugar a dudas, constituye una de las mayores tergiversaciones que existen en la actualidad. Una ficción tan arraigada que cuando se intenta explicarle a alguien la realidad, difícilmente se vence su escepticismo.

Durante décadas, los palestinos han tenido casi como único propósito la destrucción del Estado judío y se han dado a la tarea mediante la práctica del terrorismo. Por mucho tiempo lo ejerció la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y hoy existen por lo menos tres grupos que persisten en él, siendo Hamas el más activo. Los otros dos son Al Fatah y Hezbolá (aunque este es libanés). Todos ellos, apoyados por los países árabes antisionistas, tienen el  propósito común de “tirar a los judíos al mar”.

Lo que muchos occidentales parecen no entender es que después de los judíos seguirán con nosotros, no importa la religión que profesemos, o que seamos ateos, creyentes no practicantes o agnósticos, da igual. Para ellos somos simplemente infieles y la Sharia ordena nuestra muerte. La buena noticia es que si aún estamos a salvo de ese peligro es porque Israel es un hueso duro de roer y la lucha por ahora, que es desigual, le es favorable.

Pero al margen de la ignorancia de unos, está la mala fe de otros, sobre todo de sectores de extrema izquierda de todo el mundo que simpatizan con la causa palestina. Las campañas de desinformación se caracterizan por una doble moral aberrante. Mientras se hace un gran escándalo por los 160 o 170 palestinos muertos que deja la confrontación por estos días, y que debemos lamentar, tratan de ignorar las 170.000 en que se calculan las víctimas de la guerra civil en Siria, de las cuales cuando menos un tercio son civiles (según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos), muchos de ellos menores de edad. Personas masacradas por el gobierno despótico de Al Asad.

No nos equivoquemos acerca de quiénes son las víctimas y quiénes los victimarios; quiénes propenden por la vida y quiénes por la muerte. No se nos olvide quiénes son los fanáticos que cometen actos terroristas suicidas, que maltratan infamemente a sus mujeres y que hasta se matan entre sí (sunitas contra chiitas) por cuestiones de ortodoxia religiosa.

Y no se nos puede olvidar tampoco quiénes son los que niegan el holocausto judío, el gran genocidio cometido por los nazis en la Segunda Guerra Mundial, cuando fueron exterminados más de seis millones de judíos. Bien dijo el general Eisenhower que era necesario documentar al máximo estos hechos (fotos, películas, entrevistas, etc.) porque algún día alguien se atrevería a negarlos.

Que los nieguen los musulmanes es entendible, pero lo que a uno le cuesta creer es que en naciones libres como el Reino Unido se evite toda referencia del Holocausto en las clases de Historia para no ofender a la creciente comunidad de estudiantes musulmanes.

A los judíos se les quiere negar el derecho a la defensa porque, de fondo, lo que se pretende es negarles el derecho a existir. Israel no es el ofensor, solo se defiende. Esa es la verdad, cosa que también se pretende negar, como en Colombia, donde los bandidos terminarán gobernando después de falsear la verdad que todos conocemos.

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