La tercera vía: un refrito

En la mitad del siglo anterior, más exactamente en 1955, en el comienzo de la “guerra fría” que encabezaban la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, bajo la bandera del comunismo, los Estados Unidos de Norteamérica, con el pendón del capitalismo, apareció una corriente que se denominó Los No Alineados, que pretendían una tercera vía internacional. Por allí estuvieron Nehru de la India, Gamal Abdel Nasser de Egipto, Sukarno de Indonesia y otros dirigentes de importancia. Surgían varios de ellos en la lucha por la independencia contra el colonialismo europeo que se quebró una vez terminada la segunda guerra mundial. Hubo guerras de liberación nacional muy significativas como Argelia contra Francia. La de Vietnam remató este ciclo. El Movimiento de los No Alineados también llevaba el mote de Tercer Mundo. Heterogéneo y complejo no lograron consolidar una escuela o doctrina tercerista, distinta u opuesta al capitalismo y al comunismo. Por allí pasaron también México, Cuba y Colombia. Hoy hace parte del museo de las buenas intenciones. O mejor, de las solemnes confusiones.

La Tercera Vía ya estaba inventada en Europa. El marxismo desde su fundación con el Manifiesto Comunista suscrito por Carlos Marx y Federico Engels, hacia 1848, batalló para derrotar a  los “revisionistas” que tenían en su seno, es decir, quienes se oponían al dogmatismo de los creadores y apóstoles de la ortodoxia comunista y diferían en los principios del materialismo dialéctico. El revisionista inicial fue Eduardo Bernstein, alemán, a quien le endilgaron el calificativo de traidor. Los “revisionistas” subsiguientes fueron expulsados, perseguidos o eliminados como le ocurrió a Trotsky y a las víctimas de Stalin, que se cuentan por millares. El revisionismo es la fuente de la social democracia a la cual pertenecen los invitados al carnaval ideológico de Cartagena por el Presidente Santos que hasta la fecha no sabíamos que era social demócrata, revisionista y de la tercera vía, resucitada por el economista Anhony Guidenns, el británico consejero de Tony Blair. De esta manera, Santos se presenta ante el mundo con una etiqueta diferenciadora de la izquierda marxista y estalinista de sus aliados en las elecciones presidenciales, a los que les debe su condición de Presidente reelegido en buena parte.

Santos ignora que en Colombia existió el más importante intelectual y escritor de la tercera vía, el profesor Antonio García Nossa, (1912-1982) fundador del Partido Socialista Colombiano. Escribió 59 libros y 48 folletos. Fue vicerrector de la Universidad Nacional, asesor de Gaitán, miembro de la Constituyente 1956. Su obra se especializa en los asuntos agrarios de América Latina y es un revisionista a carta cabal, malquerido por los comunistas y, simultáneamente, por la casta oligárquica bogotana. Como el hombre es su tiempo y sus circunstancias, Antonio García Nossa, dejó para la historia sus libros y propuestas, sin triunfos políticos.

La Tercera Vía que nos anuncian en Cartagena los invitados de Santos y el mismo Presidente es “un descubrimiento que ya estaba descubierto”. El capitalismo también ha tenido sus revisionistas. El leseferismo británico, tan parecido al neoliberalismo, sufrió  las tesis críticas de Keynes que morigeró el papel de los dueños del capital y mostró la importancia reguladora del estado en los ciclos de crisis. La Tercera Vía es una etiqueta mercantil para vender al público inocente una fórmula antigua y ajena como si fuera una innovación y una revelación de los estudios, investigaciones y lecciones aprendidas. En el teatro de las apariencias, el bufón hace reír a la corte, mientras el rey prepara el vino con arsénico para el contrincante invitado, podría escribir Shakespeare 450.

El mundo globalizado ha superado “la escuela de Doña Rita” y querer desempolvar la tercera vía es un papelón que no lo haría ni Indiana Jones, porque el huracanado modelo del mercado universal da potencia a los países emergentes y juegan duro en la economía quienes tienen por socios a los países que antes se consideraban “enemigos”. Una era globalizadora requiere respuestas globales en economía y en política. Los riesgos que la humanidad está enfrentado por los problemas del medio ambiente, el aumento de los multimillonarios chinos, brasileros, rusos, europeos y estadounidenses en deterioro de los jóvenes trabajadores, el fraccionamiento de los estados nacionales, etc. Son serios y exigen estadistas serios.

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