Centro Democrático: ¿Partido o Repartido?

La historia está hecha para que una colectividad partidaria nueva cambie las costumbres y las mañas administrativas de los viejos cascarones de los partidos tradicionales. Las últimas décadas muestran el surgimiento y el fallecimiento de movimientos y partidos que incursionaron en la vida nacional, pero que terminaron su existencia sin haber incidido en la solución de los problemas sociales ni en la estructura del estado. Pasajeros fueron el MRL (Movimiento Revolucionario Liberal) de Alfonso López Michelsen, la Alianza Nacional Popular (Anapo) del General Gustavo Rojas Pinilla cuyos nietos resultaron proclives a la corrupción y la deshonra de su presunta estirpe, el Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán que sucumbió ante las balas de los criminales y la absorción del oficialismo liberal, el Frente Unido del cura Camilo Torres, quien pasó a las filas del Eln y de allí a la sepultura. En la izquierda han sido flores de fácil marchitamiento, algunas de ellas por su ligazón con la guerrilla como la UP y otras por su precaria aparición electoralista como la Uno (Unión Nacional de Oposición), Movimiento Firmes de corto vuelo cuyo personalidad más importante fue Gerardo Molina. En varias de estas fallidas experiencias navegaba escondido el Partido Comunista, como ahora lo hace en el Polo Democrático Alternativo y la Marcha Patriótica, maestro de la simulación.

El Partido Centro Democrático tiene por delante una misión histórica: consolidarse como una fuerza política nacional autónoma, auténtica, con dirigentes limpios de mermelada y de los tóxicos puestos burocráticos. Tiene que aprender a pasar el desierto como el pueblo de Israel hasta llegar a la tierra prometida. Aprenderá a cruzar el Mar Rojo, textualmente rojo de la sangre derramada por el pueblo colombiano, sin esperar que el maná le caiga del cielo durante la dura travesía de su organización y conformación, sino que será fruto de su trabajo y su acierto en la dirección correcta. La primera camada parlamentaria es la expresión de que el CD es distinto, que es una minoría en el Congreso, pero con ideas y carácter, que no se deja manosear ni tentar por Santos y su sanedrín. Tampoco está para realizar una oposición irracional, sino que la bancada obra en pos de metas claras a mediano y largo plazo.

Pero es tiempo de un acto colectivo irrenunciable y de una ética responsable: crear partido. El uribismo es una germinación que ya dio cosecha. Para que continúe la zafra, la producción, es necesario construir bases de partido. ¿Para qué unos estatutos legales y reconocidos si no están llenos de pueblo, de militantes, de seguidores, de activistas convictos? Los estatutos se preocupan más por las faltas y las fallas que por la capacitación y preparación de su dirigencia municipal, barrial, universitaria, gremial, departamental, sectorial y sindical. Hay que volcarlos hacia el énfasis en esta etapa de arranque en la construcción de partido, antes que estar dedicados a las precandidaturas de alcaldes y gobernadores, que son prematuras ante la exigencia de dar consistencia a la armadura, al esqueleto partidario. El mejor aporte de los precandidatos es el de formarse y formar estructuras del CD y no personales, que son deleznables. Lo que tiene continuación es el partido como aparato orgánico, puesto que las personas son pasajeras por naturaleza.

El Centro Democrático crea nuevas y definidas lealtades entre sus miembros para trabajar por Colombia y por su pueblo. Sus militantes no son la suma de liberales, conservadores, socialistas o independientes que continúan con estas etiquetas al interior, alimentando fraccionalismos latentes. Quienes estamos dentro tiramos la llave al mar para que queden cerradas las puertas de la fuga a otros oscuros cuartos en vía de demolición. La nominación es homogénea y no habrá razón alguna para comportarse como corrientes personalistas o clanes venidos como herencias que ya han sido superadas. El Presidente Fundador y la tropilla militante que compone el CD tiene un porvenir que no será frustrado por los que viven en el pasado. Póngale cuidado, Uribe, a su partido para que no sea repartido.

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