El todo y la nada

El presidente Santos, cuya intención es lograr la paz a partir de un hipotético acuerdo con las Farc, está siendo desmentido por éstas, cuya intención es entregar nada a cambio de su pasaporte a la vida civil sin condiciones. Entre esos dos extremos está la posibilidad de la paz en La Habana.

El presidente fue reelegido por que sus votantes creyeron en esa paz que recuerda en muchos aspectos a la que ofreció Belisario Betancur hace 30 años: palomas blancas en todas partes y ahora colgadas en las solapas, campaña para respaldar la paz en abstracto sin importar qué se otorga y a qué costo, y el apoyo de cuanto político necesitaba votos y reconocimientos.

Incluso fue similar la comisión para negociar con ‘Tirofijo’. Al monte viajaron personajes como Otto Morales Benítez y allá recibieron promesas a cambio de ofertas que en ese momento se podían hacer, como la impunidad que le dieron al M-19. Si bien Belisario logró un acuerdo como el que puede firmarse ahora, la diferencia es abismal: que ahora ya no se tolerará ese regalo. Que ya no se puede acordar todo sin consultar a los ciudadanos, y que hoy las víctimas de la guerrilla convertida en cartel de drogas se cuentan por millones.

Pero las Farc siguen siendo las mismas. Según sus voceros, ellas no han cometido crímenes, luego no reconocen víctimas. Por lo tanto, no tienen que resarcir a nadie, y la obligación de reparar a las víctimas es del Estado, el único culpable de la violencia. Y mucho menos de rendir cuentas a los que han secuestrado, asesinado, abusado, desplazado y despojado.

Y como se temía, los delegados de la Universidad Nacional, de la Iglesia y de la ONU, procedieron de acuerdo con instrucciones. Si se mira la primera delegación a La Habana, sólo cinco de sus doce integrantes son víctimas de las Farc. Así, lo que se va a cuestionar es al Estado y sólo un poquito a la guerrilla, como para conservar las apariencias. Es decir, no sintieron el clamor en todo el país. Y no entendieron que en Cuba se está negociando con las Farc y es a sus víctimas a quienes deben responder allá. Es a ellas a las que deben oír, y no es el Estado el que debe pagar por todo.

Faltan cuatro delegaciones más para completar las sesenta víctimas que irán a La Habana. Pero ya se sabe que va a pasar. Y también se esperan los esguinces que los negociadores del Gobierno han debido hacer para mantener viva la negociación, usando lugares comunes y piruetas retóricas que cubran la verdad: no hay un acuerdo posible.

Es decir, “nada está acordado hasta que todo esté acordado”. Es la suma del todo del gobierno con la nada de la guerrilla. La razón es la misma que frustró a Belisario hace 30 años: a las Farc solo les interesa obtener beneficios.

Ayer estuvieron empeñados en treguas que les permitían armarse y ganar territorios. Hoy ya recuperaron reconocimiento político y ahora pretenden lavar su imagen de terroristas, de narcotraficantes y de cometer los peores crímenes contra los colombianos.

Por eso, me temo que la guerra continuará. Y los culpables serán exclusivamente los jefes de las Farc, un mal socio al cual el Gobierno le dio la mano y se le está quedando con el brazo completo.

***

Mientras la Fiscalía se obstina en meter a la cárcel a la contralora Sandra Morelli, no encuentra delito alguno en Saludcoop de la cual el Fiscal fue asesor. ¡Qué vaina!

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar