Se agota la paciencia

La paciencia no es una ciencia, sino la disposición del aguante. El país mira y respira, como una mariposa nocturna alrededor de una bombilla, todos los días poniendo los ojos y la esperanza en al faro del puerto de La Habana. En vano se ve la luz que conduzca al atraque seguro de la paz prometida por el Presidente Santos y sobre la cual tiene anclado el próximo cuatrienio que comienza el cercano 7 de agosto de 2014.

El punto quinto de la agenda, como los anteriores, goza de una complejidad y oscuridad que hiere a las víctimas de las Farc-Ep, puesto que existe una contradicción insoluble: las víctimas colombianas de la violencia terrorista a lo largo de cincuenta años son millones que están en el centro de la controversia y son observadas como pasto político. Uniformarlas a todas con la etiqueta de “víctimas del conflicto”, como se autocalifican las Farc-ep, es quedar en la misma casilla de la guerrilla que no acepta ser victimaria, sino víctima del sistema (?). Por lo tanto aceptarles a los integrantes de la mesa de La Habana un encuentro controlado, seleccionado y dosificado por ellos, es hacerles  el juego al ocultamiento de sus crímenes que por el arte de magia de los organizadores, la Universidad Nacional y su delegado Alejo Vargas, y la ONU con su conocido sesgo del imperialismo humanitario, se convierte en un sainete para la exportación. Humberto de La Calle e Iván Márquez se han topado con víctimas de verdad y el punto quinto quedará como un agujero negro, como una trampa a la mirada del mundo, como una picardía bandidesca en la historia de una negociación que está convertida en un atolladero.

Consecuencia de esta cosecha de tarjetas rojas exhibidas a tiempo por las voces millonarias de víctimas de las Farc-ep, el Comandante de esa guerrilla, alias Timochenco, expidió un documento en el cual acusa al Presidente Santos de victimario, de ser causante de la muerte de “Alfonso Cano”, anterior Jefe máximo de las Farc-ep. Timochenco señala a Santos como un asesino, un criminal de guerra, dizque por haber dado la orden de darlo de baja, cuando podía  capturarlo vivo. Esta insólita acusación al Jefe del Estado colombiano es una clara consecuencia da haberle dado a las Farc-ep el estatus de igualdad, de par, al gobierno. Lo que hace Timochenco es ejercer la jerarquía que Santos le concedió para que se sometiera a la ley, con ciertas garantías. Y ahora es requerido por la guerrilla para ser juzgado por un presunto crimen de guerra, como si Alfonso Cano no hubiera muerto en combate, como debe morir valerosamente un guerrillero que aplica la violencia revolucionaria para llegar al poder, que es lo mismo que está haciendo Timochenco hoy contra los oleoductos, torres de energía, soldados, policías y civiles.

Estamos en una coyuntura sorprendente. Por primera vez Santos ha dicho que los diálogos de La Habana se pueden terminar. EL diario oficial del régimen, El Tiempo, ha calificado de enérgica reacción del Presidente tras la ola de atentados de las Farc. Pero esos atentados no son nuevos. Lo nuevo es la requisitoria del Otro “jefe de gobierno”, el Comandante Timochenco.

La paciencia se va agotando en el espacio político. El nuevo Presidente del Senado, el Distinguido Ciudadano Name, ha dicho que las conversaciones en la Habana deben tener un límite hasta fin del año actual. En forma similar se han pronunciado otras personalidades. La bancada del Centro Democrático, en la voz de Uribe, señaló que el gobierno debe acelerar la terminación del presunto acuerdo para que los colombianos sepamos realmente el contenido y la paz santista, que ganó las elecciones, aparezca ante el pueblo.

Santos victimario, es una calificativo irresistible, pero es un hecho. Con su documento Timochenco lo que hace es ensuciar la posesión de Santos, acto que reunirá a varios jefes de estado y a innumerables delegaciones extranjeras. Y ahí estarán probablemente países victimarios que armaron y entrenaron a la guerrilla colombiana, como Cuba y Rusia. A ellos debemos exigirles que cumplan su cuota parte en la reparación a las víctimas. Y no se hagan los inocentes con su apoyo retórico y político a la mesa habanera. Y hasta van a creerle a Timochenco: que Santos es un victimario, un criminal de guerra.

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