Sin corazón

Comienza en firme y en forma el nuevo congreso sus sesiones y no son pocas las expectativas que tiene el país,  dada la composición de las fuerzas políticas representadas en senado y cámara. Hay congresistas de todos los pelambres y condiciones, y como es apenas obvio, hay proyectos de ley ídem, como el de declarar al lunes como primer día de la semana. Sin embargo el punto central en el que debemos enfocar nuestra atención es en aquellas iniciativas que el ejecutivo, a través de sus enmermelados,  promoverá para ir haciéndoles camino y cobijo a los narcoterroristas con el fin de que le firmen cuanto antes el tan anhelado acuerdo integral de paz.

Entre tantos proyectos de ley próximos a debatirse hay uno cargado de veneno, que repta sigilosamente y que busca convertir en delito las expresiones y opiniones que se consideren cargadas de odio. Si eso se aprueba quedaremos igual que los venezolanos, a quienes  cualquiera por razones políticas los puede señalar de instigadores del  odio y son encarcelados en pocas horas (caso Ñitu Pérez y muchos más). Hay que tener mucho cuidado con eso y exigirles a los congresistas por los que cada quien votó que socialicen el proyecto entre sus electores para ver qué opinamos. Esto no es más que un adefesio malintencionado que sólo busca ambientar y salvaguardar la comodidad de los señores que firmarán el temido proceso de paz.

Bien deben criminalizarse las acciones delictuosas que son producto del odio, pero el odio en sí mismo no. Es un sentimiento, tan válido como el amor. De hecho es un amor invertido. Ojo con ese proyecto de ley porque sería una norma muy peligrosa como instrumento de represión. ¿En manos de quién o quienes quedaría la responsabilidad de calificar si es o no es delito una opinión motivada por un sentimiento y expresada libremente en los medios o las redes sociales? Basta solo imaginar qué les ocurriría ya mismo a los columnistas críticos del proceso de paz si la tal ley estuviese vigente: estarían presos al menos cinco de los mejores columnistas del diario El Tiempo (Salud Hernández tendría cadena perpetua).

Los colombianos debemos extremar el cuidado de eso tan valioso que tenemos y que se conoce como libertad de opinión. Que no nos pase como con los semáforos, que cuando nos damos cuenta de lo valiosos que son es precisamente cuando están fuera de servicio. Vamos a promover una firmatón nacional para que ese perverso proyecto de ley sea archivado por lesivo, ese sí, a la paz y la armonía entre los colombianos.  Nada mejor que una demanda por injuria y calumnia cuando se trate de dirimir lo que se considere una agresión por una expresión en medios porque se puede probar o no la verdad de algo que se dice, pero ¿cómo entrar a valorar lo que se siente? Habrá que dejar el corazón a un lado a la hora de escribir.

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