El Cháveznuestro

Fue una semana muy larga, debo confesarlo. Justamente, un día antes de que se publicara la anterior edición de esta columna llegó a mis oídos la plegaria prohibida; una de suma calidad que parece hecha para satisfacer esas corruptas cadenas de oración que algunos creyentes dejan abandonadas en las iglesias en busca de algún desprevenido que amplíe su alcance.

Todos la escuchamos la semana pasada y yo decidí que no dejaría pasar esta oportunidad. Por eso, con entonado acento caraqueño:

Chávez nuestro que estás en el cielo

En la tierra, en el mar y en nosotros, los y las delegadas, santificado sea tu nombre

Venga a nosotros tu legado para llevarlo a los pueblos de aquí y de allá

Danos hoy tu luz para que nos guíe cada día

No nos dejes caer en la tentación del capitalismo

Más líbranos de la maldad de la oligarquía y del delito del contrabando

Porque de nosotros y nosotras es la patria, la paz y la vida

Por los siglos de los siglos amén.

Viva Chávez.

La verdad es que se me hace agua la boca para reducir este fragmento tan sabio hecho plegaria en algunos de mis pecadores pensamientos. Comencemos:

El primer y magno error en el que caen los fundadores de esta copia absurda del Padrenuestro cristiano es creer que Chávez está en el cielo. Por sus prolíficas acciones, creería yo, don Hugo Chávez debe estar pensando en cómo sortear el purgatorio, si es que alcanzó. Ahora bien; es perentorio analizar la creación de la heráldica chavista. En la tierra, en el mar y en nosotros, los y las delegadas, santificado sea tu nombre… Benditos sean “los y las delegadas”. Personas de tal claridad mental que deben creerse hasta esta intentona de oración.

Revelo, también, que me siento mal por Baco, Belcebú, Azazel o Mefisto, pues a su lado han puesto la intachable figura política y humanitaria de Hugo Chávez, creador único de ese movimiento que marcó la historia mundial tal como la conocemos en nuestros días; el Socialismo del Siglo XXI. Más que meritorio.

En épocas de oscurantismo, en especial de oscuras noches venezolanas, plagadas de delincuencia común y fugaces apagones, había que orar por la luz de Chávez. Esa misma luz que le iluminó para crear esa fortuna que ahora ampara a su familia a las afueras de la misma Venezuela, como lo manifestó el exdiputado Wilmer Azuaje. Según el exfuncionario, el patrimonio que Hugo Chávez dejó en el exterior asciende a más de 500 millones de dólares. Otros dicen que la fortuna neta que Chávez Frías delegó fue de casi dos mil millones de dólares. Nada mal para tantos años en el poder absoluto. ¡Qué tal que cayeran en la tentación del capitalismo!

La plegaria continúa su camino ya sin tanta hilaridad. Es necesario pedir por la benevolencia de la oligarquía, que en Venezuela está constituida básicamente por el chavismo después del revolcón social que armó Chávez para echarse todas las esferas del poder al bolsillo. Y dado que la vida y la paz están en manos del chavismo, no queda más que caer en el más profundo existencialismo. ‘Amén’ en esta oración es reemplazado por ‘Viva Chávez’, lo que reduce ostensiblemente la fe en este rezo desesperado.

Pero, seamos serios, ahora sí. Imposible que los venezolanos le recen a Chávez, porque con los anaqueles vacíos, los servicios caros, la delincuencia arriba y la corrupción a tope es una quimera no perder la fe. No me parece que Venezuela se parezca a Cuba; más tiene cara de convertirse en una Corea del Norte latinoamericana, donde prácticamente hasta las oraciones están imbuidas del hedor atroz de un líder supremo que solo ha dejó estragos.

Parece una broma, pero no lo es. Será esperar que monten la propia iglesia chavista.

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