Lorent Saleh, otra víctima del castrocomunismo de Santos

La primera vez que vi a Lorent Saleh fue en un evento de víctimas de los terroristas en Junio de 2013. Chávez había muerto en diciembre del 2012, aunque la prensa seguía insistiendo en que había dejado de respirar en marzo de ese 2013, y Lorent lo sabía. Él estaba contando la terrible experiencia en Venezuela y se solidarizaba con los colombianos que, por aquel entonces, seguían creyendo que la experiencia del hermano país jamás iba a repetirse acá.

En un breve espacio que hubo en el Foro, Lorent se me acercó para pedirme que habláramos cuando finalizara el evento. Se me antojó demasiado ingenuo respecto a su apoyo a Henrique Capriles a quien veía como la esperanza de cambio en Venezuela y, como desde las elecciones yo estuve convencido de que Capriles era otra cara de la misma moneda socialista, me escabullí de la reunión para no tener que dar explicaciones larguísimas a quien yo consideraba entonces un fanático contumaz del fiasco que era Capriles.

Sin embargo, Lorent insistió en reunirnos y esa oportunidad se dio en un foro que se organizó en agosto de ese mismo año y cuya temática era “La Crisis Democrática en Latinoamérica”. Allí estaba María Conchita Alonso, Lorent Saleh, María Fernanda Cabal, Plinio Apuleyo Mendoza, José Obdulio Gaviria y, en medio de tanta lumbrera, este servidor. Al contrario de lo dicho pérfidamente por toda la prensa que asegura que esa reunión era un evento clandestino organizado en las catacumbas de algún oscuro torturadero de animales y comunistas, el foro se dio a plena luz del día, con las puertas abiertas para quien quisiera entrar y con los oídos abiertos para quien deseara opinar sin la mordaza castrista que se impone en Venezuela y Colombia hoy.

Allí me gané un par de regaños bienintencionados de los seguidores de Capriles, a quien llamé “traidor y cobarde”, añadiendo que Venezuela jamás conseguiría retomar el camino de la democracia por la vía electoral, y que la sociedad necesitaba organizarse para emprender acciones de “desobediencia civil”. Alguien preguntó si lo que yo estaba diciendo era que se debía llegar a las vías de hecho, a lo que respondí que esa era una definición acertada para lo que yo quería decir. El hoy senador José Obdulio Gaviria fue enfático en afirmar que Capriles había tenido una actitud poco decidida y sí muy temerosa para reclamar por el fraude de las elecciones en Venezuela Lorent estaba emocionado. Su trabajo de mucho tiempo estaba dando fruto. En algunos países de Latinoamérica su trasegar y su vehemencia llamaba la atención de líderes preocupados por el avance comunista en nuestros países.

Supe luego que estaba en Centroamérica. Allí hablamos en una ocasión de un tema serio: Circulaba por la red una información de que él era un agente chavista infiltrado que buscaba sabotear los movimientos de apoyo a las víctimas del castrocomunismo en Venezuela, y se lo pregunté sin anestesia. El joven Lorent respondió que sabía de ese panfletario montaje y que no quería hablar del asunto. Insistí en aclararlo para mi tranquilidad y en una conversación de más de una hora quedé satisfecho de la autenticidad de las intenciones de Saleh.

Jamás habló, en ningún escenario público o privado donde yo estuve, sobre las bondades o perversidades de Juan Manuel Santos. Él sabía que hacerlo implicaría que estaba participando en política en un país que le abría las puertas y por ello siempre se cuidó de hacerlo.

Le hizo reclamo, eso sí, al terrorista Antonio Navarro Wolf a quien pidió manifestarse acerca de la situación trágica de Venezuela, en donde estaban asesinando jóvenes estudiantes que tan solo buscaban la democracia. La respuesta del sátiro fue una feroz amenaza de agresión que no alcanzó a amilanar al valeroso joven venezolano.

Regresó a Colombia y hace un mes nos encontramos. Me comentó que quería ir a Cúcuta para estar pendiente de los muchos casos de estudiantes asesinados por el régimen de Maduro. Le sugerí prudencia pero alabé su valor y acepté la invitación que me hizo para ayudar a entender a los valientes muchachos venezolanos la importancia de comprender lo que el Foro de Sao Paulo estaba haciendo a nuestras naciones.

Esa fue la última vez que lo vi.

Lo siguiente que supe fue que el jueves pasado, cuando Germán Ardila y Dayi Sedano lo esperaban para tomar un café, un hombre en motocicleta, vestido todo de negro y cubierto de pies a cabeza, lo detuvo y lo bajó del taxi en plena calle 100 con 15 en Bogotá.

Los testigos cuentan que el hombre del casco se identificó como agente del gobierno ante un policía que se acercó a verificar qué estaba pasando. A los pocos minutos, un operativo espantoso, digno de la tiranía, se pone en marcha. Quince agentes de inmigración y un Mayor de la Policía Nacional vapulean al joven Lorent y solo la afortunada llegada de sus amigos Germán y Dayi impidieron que el muchacho posiblemente apareciera en una zanja por ahí con el rótulo de NN muerto en atraco callejero.

Germán y Dayi tomaron las fotografías que la opinión pública conoce. La gente de inmigración intenta quitarles los celulares pero no lo logran.

Lorent grita con todas sus fuerzas que por favor no dejen que se lo lleven con destino incierto. Los amigos de Lorent le piden a los captores que los lleven junto al joven Saleh, pero éstos burlonamente les dicen que “cojan amarillito (taxi) a ver si pueden seguirnos…”

Los agentes de Santos, posiblemente con algunos de la SEBIN camuflados, empujan a Lorent dentro de una camioneta y se lo llevan como si fuera un narcotraficante terrorista. Aparece poco después en la frontera con Venezuela donde es entregado a los torturadores de la SEBIN, los mismos que asesinan colombianos cada vez que les place con la complicidad del camarada Santos; los mismos que sirven como guardia personal a los bandidos narcoterroristas que aloja Maduro con el beneplácito de este gobierno tan infame como ilegítimo.

Lo que se sabe es que el operativo fue extraño. Tanto o más que cuando secuestraron a Fernando Balda para llevarlo a Ecuador, también con la participación de Juan Manuel Santos.

La madre de Lorent Saleh teme por la vida de su hijo, y con toda la razón. Ya antes los matones del régimen castrocomunista en Venezuela lo sometieron a torturas inimaginables, y por eso fue que el muchacho pidió ayuda a los gobiernos de la región.

Lo que Lorent jamás creyó es que alias “Santiago” se pasara por la faja la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Art 22 Numeral 8) que impide la expulsión de un extranjero y la entrega al país de origen donde su vida corre peligro.

Lorent siempre pensó que Juan Manuel Santos no tendría esos alcances criminales. Pero la realidad le demostró que estaba equivocado. Santos es tan brutal y sanguinario como sus amigos y cómplices de las FARC.  No por nada es un aventajado discípulo de Castro, un miembro más de esa cofradía de apátridas tiranos a quienes no les importa sembrar de cadáveres la patria con tal de obedecer los designios monstruosos del mayor tirano que ha parido el hemisferio.

Dios permita que volvamos a ver con vida a Lorent Saleh.

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