Pura coincidencia

No es ninguna novedad ni ningún descubrimiento afirmar que todos los males por los que está pasando Venezuela ya les ha ocurrido a otros pueblos que han adoptado la amalgama de ideas extremistas de izquierda. En el continente tenemos a Cuba y Nicaragua como los mejores ejemplos, y por seguir al “Socialismo del siglo XXI” que creó el difunto autócrata Hugo Chávez se encaminan hacia el abismo Bolivia, Ecuador y Argentina.

Sin contar con la caída de la Unión Soviética, se encuentra en cualquier repaso de la historia universal numerosos ejemplos de gobiernos con dictadores socialistas que han llevado a sus países boyantes a la pobreza.

El caso de Birmania es emblemático. Es que hasta las posturas ridículas de los gobernantes, los cambios caprichosos en la Constitución y en las leyes, la opresión, el desprecio a los derechos humanos, la fusión de los tres poderes en manos del sátrapa, los militares incrustados y dirigiendo todas las actividades, todo se repite en Venezuela. ¡Qué calco tan asombroso! Pero en lo que vamos a ver en seguida, brevemente, no puede estar mejor retratada Venezuela y sus hasta ahora dos déspotas.

Birmania, un país rico en la madera más fina, primer productor mundial de ella, la teca, y con grandes yacimientos de petróleo, oro y plata, entre otros,  luego de la independencia de la Gran Bretaña y tras una serie de luchas internas cayó en las garras de un tirano, el general Ne Win. El general Win era tan loco en sus ideas como en sus romances. Tuvo seis esposas, pero al parecer a la que menos quiso fue a la segunda, Tin Tin. (¡Qué coincidencia! A la esposa del presidente Santos la llaman Titina, y él es seguidor de la Tercera Vía).

Ne Win gobernó a Birmania – luego llamada Myanmar – por 26 años, desde 1964 hasta 1990. Su mano de hierro se hizo sentir con matanzas de monjes budistas y estudiantes que se le enfrentaban, principalmente.  Fundó un sistema político que bautizó como la “Vía Birmana al Socialismo”. Sin embargo, dependía del consejo de los astrólogos. Uno de éstos le advirtió: “Para progresar, Birmania debe virar a la derecha”. Expresa un magacín de la época que “eso era precisamente lo que aconsejaban los economistas birmanos y los de la ONU al general desde hacía varios años: para restablecer el orden en las finanzas era indispensable que se apartara de la doctrina marxista y fomentara las empresas privadas”. El dictador ordenó, entonces, que los automovilistas tomaran siempre el camino de la derecha a cambio de transitar por la izquierda. Estos sátrapas tienen esas ideas disparatadas y ridículas: Chávez le cambió el nombre a Venezuela por República Bolivariana de Venezuela e hizo que en el escudo el caballo mirara hacia la izquierda en lugar de la derecha; a Nicolás Maduro le hablan los pajaritos y él se lo cree y pretende que los demás le crean; y Evo Morales hace poco dispuso que los relojes giren a la izquierda en vez de la derecha y que lleven números arábigos en vez de romanos.

Como la religión de Ne Win era la “numerología”, por recomendación de un brujo estableció un sistema monetario en que todo fuera divisible por 9, un número que según sus creencias traía buena suerte.

Para terminar este cotejo entre Birmania y Venezuela, digamos que la economía fracasó – la economía birmana aún hoy en día está delicada, según la ONU -, el país se arruinó, una revuelta militar sacó a Ne Win del poder y en adelante Birmania vive en un caos de guerras religiosas entre tribus, represiones a opositores, desplazamientos de miles, desabastecimiento, hambre  y un aislamiento mundial. Hasta la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi fue encarcelada y se desconoció su triunfo en unas elecciones.

Cualquier parecido con Venezuela no es pura coincidencia. ¡Y eso que no van sino doce años de socialismo del siglo XXI!

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar