Yo soy capaz

La campaña propuesta por Bruce Mac Master, el exfuncionario santista puesto en la dirección de la Andi por obra y gracia del presidente, busca sensibilizar a los colombianos, cumpliendo la tarea asignada por su jefe,  para que apoyemos la paz. La idea es ponerse en los zapatos del otro, es decir, entenderlo, saber cómo se siente y reconciliarse con él.

Maravilloso si no fuera grotesco. Lo digo con todo respeto por los colombianos que han tomado como suya esa iniciativa.

El cardenal  Rubén Salazar Gómez –dando al Cesar lo que es de Dios- se puso las botas pantaneras, intentando dar a entender que es capaz de ponerse en los zapatos de las Farc. Mejor que se hubiese puesto en  las botas de nuestros policías asesinados en el plan pistola de esa organización terrorista en la semana que termina. Queda claro que esas botas no son importantes para él.

O en los zapatos de los condenados a muerte por ser la oposición, como los senadores Paola Holguín y Ernesto Macías, entre otros. O en los de Clara Rojas o el general Mendieta, cobardemente re-victimizados después de su atroz secuestro, por hablar como hablan las víctimas, en un “proceso” del cual se dice que estas son el “centro de la negociación”.

Sí, las Farc sólo son capaces de ponerse en sus propios zapatos. De hecho, lo que quieren y están consiguiendo es que el gobierno y la “sociedad civil” – esa amorfa suma de ONG, clero, banqueros que ganan concesiones de infraestructura, organizaciones “patriotas”, etc., que le cargan ladrillo a las Farc y apoyan “incondicionalmente” al gobierno de Santos- les entreguen el país en bandeja de plata. Sí, las Farc están demostrando que son capaces de hacer la revolución sin ganarla en el campo de batalla, gracias a un gobierno que es capaz de autosecuestrarse y secuestrar al Estado que juró defender; y sus acólitos, bufones de la corte pletóricos de intereses particulares –como, todo indica, los columnistas que tienen contratos con la Fiscalía para diseñarle su estrategia en la negociación, pero que se reportan como independientes (ojalé me equivoque).

Y para ello, el plagiador, el autoplagiado y el bufón cuentan con los legisladores de la Unidad Nacional  repletos de  mermelada para que, de todas maneras aprueben la impunidad total, o el 3% del PIB, para un fondo del “postconflicto”, que por supuesto manejarán las Farc; o para que se haga el mayor lavado de dinero y activos nunca visto en el país, para que hagan política con plata, con fusiles y con la cara “limpia”; o para aprobar una reforma tributaria depredadora que pague el proyecto de las Farc, la billonaria chequera del presidente para gastos sin destinación específica, y la compra de su propio cuido.

Nada más fariseo que esta campaña. Ya sabemos de qué es capaz Santos cuando entrega a tres jóvenes venezolanos  por razones de seguridad nacional. Y ya sabemos de qué son capaces ciertos medios que publican fotografías de estos jóvenes con un fusil o en traje de campaña, para justificar la perfidia del presidente.

¿El primer mandatario es capaz de mostrar dónde y con quién se estaban entrenando ellos, y por supuesto, es de esperarse, un número importante de personas de ese país para derrocar el estado policiaco y paramilitar de Maduro, ese que mata por decenas a jóvenes que salen a protestar a las calles?

Sólo falta que algún ente investigativo sea capaz de aparecer con uno o varios testigos, sacados de la chistera como por arte de magia, para corroborar este procaz aserto.

Los colombianos somos capaces de buscar la paz, pero no perdemos la capacidad de reclamar justicia ni de defender nuestra democracia. Ante la adversidad, eso es seguro, cada colombiano es capaz de resistir el embate que quiere enterrar nuestras instituciones.

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