Yo soy capaz

Yo soy capaz de apreciar en la campaña publicitaria homónima del título de este artículo una maquinación goebbeliana del farcsantismo para intentar meterle el dedo en la boca al pueblo colombiano.

Yo soy capaz de ver en esa campaña la pretensión de que los colombianos perdonemos incondicionalmente a sus verdugos los criminales de lesa humanidad de las Farc, en vez de exigirles a éstos el cese de las agresiones terroristas a civiles entre ellos niños y de pedir perdón con efectividad, es decir, asegurando la no repetición y la reparación de sus víctimas.

Yo soy capaz de vislumbrar en tal farsa el propósito de enrostrar al Estado y a la sociedad la culpa de la subversión castrocomunista, degenerada en narcoterrorismo, y de sus vilezas, dejando a estos lobos disfrazados de corderos como unos simple inocentes,  consecuencias de las “ causas objetivas” de un conflicto inexistente.

Yo soy capaz de entender esta campaña como un simulacro para lograr el narcolavado de billonarios bienes en dólares del narcoterrorismo, para lo cual se rumora se prestan plutócratas financieros.

Yo soy capaz de quedarme atónito de cómo los grandes intereses económicos colombianos se ponen la soga al cuello, lanzando esta estratagema de favorecimiento a su enemigo principal el Socialismo del Siglo XXI, quien arremete vigorosamente para instalarse en el poder de las manos de Juanhampa. Pero los “ entiendo” pues su avidez de réditos a corto plazo los ciega en ver el mediano y largo plazo.

Yo soy capaz de emocionarme con cómo el pueblo colombiano no se deja meter el dedo en la boca por el farcsantismo, y en horas el #YoNoSoyCapaz superó con creces al #YoSoyCapaz.

Yo soy capaz de vislumbrar un efecto boomerang para Santos y sus secuaces, pues los colombianos al no ver resultados del sainete de La Habana demandarán una rápida conclusión de éste.

Yo soy capaz de observar que es ese precisamente el objetivo de esta farsa de Yo Soy Capaz: engañar al pueblo con un dulzón mensaje de perdón para sus victimarios, para justificar así una rendición incondicional del Estado ante el narcoterrorismo, concediéndoles todas sus pretensiones con ese sofisma de que los colombianos son capaces de perdonar a sus verdugos.

Yo soy capaz de tener fe en que Dios no permitirá tal canallada y le ruego incesantemente porque su todopoderosa voluntad nos permita no caer en la maldición del castrochavismo en Colombia.

Director editorial pensamientocolombia.org

@alopeznunez

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