La estatal empresa Petróleos de Venezuela (PDVSA) enfrenta una crisis sin precedentes. Por primera vez en la historia, la nación sudamericana decidió importar crudo pesado para mezclarlo con el extraído en el país, mucho más grueso, y de esa manera obtener un petróleo que pueda ser comercializado.
Las erradas políticas económicas ejecutadas por el Gobierno de Nicolás Maduro, aunadas a la reciente caída de los precios petroleros, avecinan un panorama complejo para el bolsillo de los venezolanos.
La estatal empresa Petróleos de Venezuela (PDVSA) enfrenta una crisis sin precedentes. Por primera vez en la historia, la nación sudamericana decidió importar crudo pesado para mezclarlo con el extraído en el país, mucho más grueso, y de esa manera obtener un petróleo que pueda ser comercializado.
Expertos en temas energéticos señalan que la revolución chavista no ha realizado las inversiones necesarias para mantener operativos los pozos viejos ni mucho menos aumentar la producción.
De acuerdo con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en Venezuela se producen 2.3 millones de barriles diarios y la nación tiene 14.809 pozos activos, tres 3.000 menos que en el año 2010.
Durante la época de bonanza, el dinero proveniente de los ingresos petroleros se utilizó para pagar misiones sociales que aún sirven para lograr ventajas políticas basadas en la necesidad de los venezolanos, lo que ha provocado un aumento en los gastos de la principal industria de Venezuela.
Recientemente Maduro fue consultado por un periodista de la agencia AP sobre los planes de su Gobierno en caso de que se mantenga el descenso en los precios del barril.
Maduro contestó que estaba seguro de que “aunque los precios del petróleo lleguen a cero, tengan la seguridad de que volverán a subir”, respondió. Lo que demuestra que, por su probada ignorancia, no hay ningún plan para atender una crisis que afectará a los venezolanos, especialmente a los más pobres.
Se acerca la época de las vacas flacas.
