Opresión S.A., el nuevo modelo de espionaje y represión exportado por Cuba

El régimen de los hermanos Castro, que ha contenido exitosamente toda manifestación de disidencia en Cuba por más de cinco décadas, ha convertido su experiencia en la represión y en el control social en lucrativos productos de exportación, y ofrece a países aliados como Venezuela servicios para espiar y oprimir a sus propios ciudadanos.

En Venezuela, el aparato represivo y de inteligencia cubano está tan arraigado al chavismo que son los oficiales de la isla los que constituyen la primera línea de defensa del régimen de Nicolás Maduro, jugando un papel estelar en contener las manifestaciones estudiantiles que sacudieron al gobierno durante la primera mitad de este año.

“En Venezuela, hoy día, hay más de 500 oficiales de la contrainteligencia cubana, repartidos en todas las esferas de la actividad militar” y civil, dijo Juan Reinaldo Sánchez, un ex teniente coronel del ministerio del Interior de Cuba, que por 17 años se desempeño como escolta personal de Fidel Castro.

Estos 500 son oficiales cubanos operan a su vez pequeñas redes de agentes e informantes venezolanos y cubanos, y con ello, “tienen el control de toda la actividad política, civil y militar” dentro del país.

Pero la información que recaudan no es transmitida directamente al régimen venezolano.

“Primero se entera Cuba y después se enterarán los altos mandos civiles y militares de Venezuela”, explicó Sánchez en una entrevista, donde explicó que es La Habana la que decide que es lo que se le reporta a Maduro.

El espionaje y la represión se han convertido en un jugoso negocio para los Castros, quienes gradualmente han incrementado su influencia en países claves de la región, donde ofrecen desde instrumentos de seguridad y entrenamiento de personal hasta los servicios directos de sus propios agentes.

Parte de los servicios de seguridad son brindados por una gran red de espionaje establecida por Cuba en Venezuela.

Pero la isla también ofrece sistemas para espiar a la población, utilizando tecnología suministrada por empresas estatales como Albet, Xetid y Datys.

Esa tecnología, basada en copias de programas y equipos de primera generación, es utilizada para clasificar y espiar mejor a la sociedad, en aras de mantener un ojo puesto sobre las actividades de los opositores. Particularmente, sobre aquellos que podrían ser considerados como una amenaza para el régimen, dijo el ex asesor de seguridad del gobierno venezolano, Anthony Daquín, quien trabajó directamente en algunos de los proyectos operados por Albet.

Estas compañías cubanas han obtenidos jugosos contratos en Venezuela, pero también tienen operaciones en países como Bolivia, Argentina y Ecuador y Nicaragua, agregó Daquín

Las fuentes consultadas, que también incluyen ex oficiales del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), dijeron que estas compañías han sido instrumentales en la elaboración de un gigantesco mapa de la oposición en Venezuela, con bases de datos que incluyen la información más intima de cada persona de interés, desde la identidad de sus allegados más cercanos hasta lo que expresan en las redes sociales y posesiones materiales.

Pero quienes operan estas bases de datos es personal cubano, dijo Sánchez, autor del libro La Vida Oculta de Fidel Castro.

“Ellos [los oficiales cubanos] tienen el compromiso de adiestrar el personal venezolano, pero quienes están en primera línea son los cubanos”, señaló.

Las operaciones de inteligencia cubanas tienen larga data en América Latina, jugando un papel muy importante de Chile, durante el gobierno de Salvador Allende, y luego en Nicaragua con Daniel Ortega, explicó Brian Latell, ex oficial para América Latina de la Agencia Central de Inteligencia, y autor del libro “Los Secretos de Castro, la Inteligencia Cubana, La CIA y el Asesinato de John F. Kennedy”.

“Ortega probablemente no hubiera llegado al poder en la insurrección contra Somoza de no haber suministrado Cuba respaldo militar y de inteligencia. La mayor parte de ese respaldo fue suministrado clandestinamente, pero fue un respaldo masivo”, dijo Latell en una entrevista telefónica.

Pero las operaciones cubanas en Chile, Nicaragua y posteriormente Granada, pueden compararse con lo que los Castros han montado en Venezuela.

“Los cubanos están haciendo tantas cosas en Venezuela que están prácticamente colonizando a ese país. El servicio de inteligencia venezolano es prácticamente un apéndice del servicio de inteligencia cubano”, dijo.

La vinculación entre el chavismo y los servicios de inteligencia cubanos fue gradual, comenzando con la recomendación hecha por Fidel Castro al fallecido Hugo Chávez sobre la inconveniencia de ceder su seguridad a personal venezolano.

“Lo que se alega, por parte de Fidel, es una razón muy obvia, que no debe confiar su seguridad a organismos que estuvieron comprometidos con regimenes anteriores, porque no le iban a ser fieles y que por esa razón debía buscar otros hombres en los que podía confiarlo todo porque eran ellos los que iban a tener en sus manos su vida”, explicó Sánchez.

“Y a partir de allí se le brindan asesores, ayuda que luego se iba a incrementar, porque para poder realmente brindar seguridad, tienes que tener información y se le planteó ampliar el ámbito de trabajo porque se necesita información sobre señales de atentados y golpes de estados”, agregó.

Y esas operaciones crecieron hasta el extremo que terminaron convirtiéndose en la principal fuente de inteligencia de Chávez durante los últimos años de su mandato.

Ello quedó reflejado en las filtraciones de WikiLeaks, que en cables del departamento de Estado y en informes de la firma privada de inteligencia Stratfor ilustraron el grado de dependencia que Chávez llegó a tener en la inteligencia cubana.

“La capacidad de inteligencia venezolana recibió un fuerte impulso después que Chávez se alió con Cuba […] Esa es la razón por la que Chávez está tan endeudado con [ellos] […] su régimen puede detectar todo complot de antemano y puede mantener vigilada a la oposición por la gran cantidad de cubanos involucrados en la recolección de inteligencia”, dijo un analista de Stratford en un correo electrónico interno.

“Lo que hay que recordar es que el SEBIN nunca ha sido tan efectivo (al menos domésticamente) si no fuese por los cubanos. Si Cuba alguna vez decidiera retirar su cooperación, Chávez tendría que desarrollar alguna capacidad de inteligencia rápidamente, porque de lo contrario quedaría jodido”, añadió el analista.

El número de agentes cubanos operando en Cuba han ido creciendo con el tiempo hasta el punto que actualmente opera una extensa red.

Sánchez explicó que el servicio de inteligencia cubano ha tratado de replicar en Venezuela los esquemas utilizados en la isla, donde oficiales controlan pequeñas redes de agentes e informantes de entre cuatro y cinco miembros.

La información puede venir directamente desde el personal cubano vinculados con los programas de cooperación con la isla, como Barrio Adentro, con cada uno de los doctores, enfermeros o entrenador deportivo contando con un “agente” de inteligencia que recauda la información de su equipo.

Ese agente, a su vez, es el que reporta la información recogida al oficial que le controla.

Pero no todos los integrantes de las redes son cubanos. Muchos de ellos son venezolanos que tienen una fuerte conexión con la ideología marxista, siendo algunos de ellos entrenados en Cuba.

Uno de los informantes venezolanos mejor conocidos es ex presentador de televisión chavista Mario Silva, cuyo reporte a un operador cubano fue grabado y distribuido públicamente a los medios de comunicación.

En Cuba ese es el esquema utilizado para controlar desde las urbanizaciones hasta los ministerios, donde un ministro puede estar siendo monitoreado sin saberlo por una secretaria que podría ser una de las informantes de la red.

En Venezuela, la cobertura de inteligencia no ha llegado hasta esos extremos, pero si es bastante amplia, lo suficiente como para mantener un ojo puesto sobre cualquier persona que podría representar una amenaza para el poder ejercido por Maduro, dijo Sanchez.

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