Cuidado con el sofisma de las “futuras víctimas”

Sofisma, según el Diccionario de la Real Academia Española, es “la razón o argumento aparente con que se quiere defender o persuadir lo que es falso”. Y hay uno que el presidente Juan Manuel Santos y, esta semana, el negociador jefe del gobierno en La Habana, Humberto De la Calle, repiten cada que pueden: este proceso de diálogos y los eventuales acuerdos servirán, ante todo, para “evitar futuras víctimas”. Eso no lo niega nadie. Todos los colombianos, y no de ahora sino desde hace décadas, demandamos el cese de la violencia y que la guerrilla no cause más dolor y muerte.

El problema es que ese planteamiento tiene un trasfondo perverso: aquel que indica que la violencia es un sino inexorable que debemos sufrir los colombianos. Más o menos como si las Farc estuvieran obligadas a matar, y su ejercicio criminal no fuera una opción por las que ellas mismas apuestan sin mayores remordimientos.

Lo que dice ese argumento es que el chantaje violento en todo caso se sale con la suya: “en cuanto no te mataré mañana, tienes que acceder hoy a todas mis exigencias”.

Pero el peor cariz que tiene el asunto es el que indica que las autoridades legítimas de la Nación claudican en ejercer sus deberes constitucionales de defender la vida, honra y bienes de los ciudadanos. Si no prosperan los diálogos, esa gente seguirá matando. Como si no pudiéramos confiar, en fin, en las autoridades civiles, policiales y militares.

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