Desde La habana…

El secuestro sigue siendo una práctica posible para las Farc. Así lo demostró esta guerrilla con el plagio del general Rubén Darío Alzate, el cabo Jorge Rodríguez y la abogada Gloria Urrego. De esto, surgen muchas reflexiones. La primera es el gran ‘bombo’ mediático que logró el grupo guerrillero. No solo salió en todas las noticias nacionales e internacionales, sino que con ello generó la percepción, ante el mundo y la Nación, que están muy fuertes. La situación, más que quitarles les dio, pues es evidente que cada vez que esto ocurra, sus representantes se mostrarán más fortalecidos en La Habana.

Son aproximadamente 250 militares muertos, por responsabilidad de las Farc, los que se cuentan durante los diálogos de paz. Así que la tolerancia de los colombianos está reflejada en las encuestas de opinión, donde la paz no ha podido superar el escepticismo. Este se acrecentó tras el cobarde asesinato de los indígenas y, ahora, con el secuestro. Como lo advertí en una columna que escribí el pasado 2 de noviembre, la capacidad de influencia política y militar de los guerrilleros “Rubín Morro” e “Isaías Trujillo”, se ha empezado a sentir en La Habana.

Quien ordenó mi secuestro siendo comandante de la columna móvil Aurelio Rodríguez, del Frente 34, fue “Rubín Morro”. Ese mismo frente es el que secuestró al general Alzate y a sus acompañantes. “Isaías Trujillo”, por su parte, es nada más y nada menos que el comandante del bloque Iván Ríos, que comprende los frentes 34, 5, 36, 58, 47 y 18. Es muy poco probable que ambos no tuvieran conocimiento de lo que iba a sucederle al general Alzate. Los conocí bien, y el pánico y obediencia que generan en su tropa es tal, que no creo que esta decidiera por sí sola ejecutar un acto semejante sin el consentimiento, por lo menos, de “Trujillo”.

Esto indica que desde La Habana se mueven los hilos, se planifican y deciden actos de guerra que ponen en vilo al país. Esa guerrilla teje la paz con hilos muy delgados, pues no sobra recordar que en el pasado otros diálogos se frustraron por hechos semejantes: en el 2002 miembros de esta guerrilla se tomaron un avión de Aires y secuestraron a Jorge Eduardo Gechem. El secuestro fue planeado desde el Caguán, como el de muchos de los otros que fuimos sometidos a años de ruin cautiverio.

Esa manera de provocación por parte de las Farc es una vieja estrategia para que el Gobierno justifique el rompimiento de la negociación. La repiten, a pesar de que ya son dos años de valiosos esfuerzos del Gobierno para llegar a un acuerdo. Ante los medios de comunicación, “Morro” señaló que esos hechos seguirán sucediendo mientras la guerra continúe. Es esa una declaración muy diciente de su voluntad de paz. Podemos los colombianos, entonces, prepararnos para lo que sigue: al parecer será la comandancia en La Habana la que decidirá la suerte de cada región donde hace presencia las Farc.

Hay, pues, una ácida prueba para el proceso de paz. Los colombianos debemos salvarlo y apoyarlo, pero también debemos hacerles entender a las Farc que esas viejas estrategias ya no les van a funcionar. Lo mejor, definitivamente, es que aprovechen esta oportunidad para demostrar que de verdad quieren transformar a Colombia. Pero para lograrlo, deben poner sobre la mesa su voluntad de aportar a una paz real.

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