Más cínicos no podrían ser

El cinismo de los delegados del grupo guerrillero en los diálogos de La Habana es tanto, que han llegado al extremo de sostener que la población civil no ha sido blanco de sus acciones terroristas.

A medida que avanzan los diálogos en La Habana entre el grupo guerrillero de las Farc y los delegados del Gobierno Nacional, la opinión pública se va enterando del cinismo del movimiento insurgente. En un principio dijeron que no aceptaban que se les calificara como victimarios, sino como víctimas. Luego se atrevieron a decir que no pagarían un día de cárcel por sus múltiples delitos. Como si esto fuera poco, en los últimos días han pregonado a los cuatro vientos que no han cometido crímenes de lesa humanidad ni violado el Derecho Internacional Humanitario. Es decir, quieren mostrarse ante la comunidad internacional como unos angelitos que lo único que han hecho durante cincuenta años es defender a los más pobres. ¡Qué desfachatez!

El cinismo de los delegados del grupo guerrillero en los diálogos de La Habana es tanto, que han llegado al extremo de sostener que la población civil no ha sido blanco de sus acciones terroristas. ¿Qué fue, entonces, el atentado contra el Club El Nogal? Según ellos, una acción defensiva, no ofensiva. Yo me pregunto quién los estaba atacando para justificar semejante atentado. Ningún colombiano se enteró de que desde la sede de ese exclusivo centro social hayan disparado contra alguna columna guerrillera como para que ahora vengan a decir que el ataque fue una acción defensiva. Esta organización delincuencial adoptó, desde hace muchos años, el ataque sistemático contra la población civil como estrategia para hacerse sentir militarmente.

¿No es cinismo que un grupo armado que ha acabado con la vida de miles de colombianos no quiera reconocer a sus víctimas? ¿Y no es cinismo que no quieran aportar de sus riquezas para la reparación a las víctimas? Si tuvieron la desfachatez de querer convertirse en víctimas para que el Estado les reconozca sus derechos como tal, ¿no van ahora a decir que nunca han tenido como objetivo militar a la población civil? Si no es atentar contra la población civil disparar cilindros bomba, como lo han hecho en varias poblaciones del Cauca, entonces los guerrilleros de las Farc son monjitas de la caridad que pueden justificar ante la sociedad sus actos como consecuencia de la ofensiva desatada contra ellos por las fuerzas del Estado.

El cinismo de esta agrupación terrorista no tiene límites. En el saludo que les brindaron a la cuarta delegación de víctimas del conflicto que viajaron a La Habana, aprovecharon para señalar al Estado como responsable de la violación de los derechos humanos de los guerrilleros que se encuentran detenidos en las cárceles. Esto es un exabrupto. Esas personas están en las cárceles pagando condena por los delitos cometidos, y hasta donde sabemos el Estado ha sido respetuoso de sus derechos. No sucede lo mismo con las personas que ellos han tenido secuestradas, y que eufemísticamente llaman prisioneros de guerra. Esos colombianos sí sufrieron vejámenes por parte del grupo armado. Han sido víctimas de una guerra que ha dejado heridas en ciudadanos inocentes.

Cuando en el mismo comunicado las Farc dicen que “nada hay más valioso que la vida de un compatriota”, están dando otra muestra de su cinismo. Si para ellos fuera valiosa la vida de cualquier colombiano, no habrían cometido actos terroristas donde han perdido la vida humildes ciudadanos. El respeto a la vida no está en los postulados de estos criminales. Si les doliera la muerte de un compatriota no habrían asesinado a los diputados del Valle. No habrían asesinado al policía José Norberto Pérez, padre de Andrés Felipe Pérez, el niño que al borde de la muerte les imploró para que, antes de morirse, se lo dejarán ver. A esta súplica, que conmovió al país en el 2002, el grupo guerrillero respondió asesinando al padre del menor cuando intentaba fugarse de sus captores.

En el caso de los ataques contra la población civil, el grupo guerrillero dice que obedecieron a “consecuencias no previstas en circunstancias de guerra”. Nada más falso. Ellos conocen el daño colateral que produce un ataque con cilindros bomba. En este sentido, le mienten al país. Con razón el procurador Alejandro Ordóñez escribió en este diario: “Los derechos de las víctimas y la garantía de no repetición no tienen ninguna oportunidad de ser satisfechos en el actual proceso de La Habana si las Farc no dejan de mentir”. Dice el funcionario que, mientras el grupo alzado en armas no reconozca su condición de organización victimaria y no demuestre su auténtico arrepentimiento, la sociedad colombiana no podrá perdonarlos. Pero son tan cínicos que nunca lo van a reconocer.

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