Pilas, señor Presidente

Para nadie es un secreto que el sueño de nuestro presidente Juan Manuel Santos y de todo el pueblo colombiano es el de lograr la paz. En ese propósito hay unos caminos tortuosos y otros menos complicados, como tener que “tragarse unos sapos muy grandes”.

Todas las noches nuestro Presidente, ante la imposibilidad de conciliar el sueño, porque su obsesión es la paz, cuenta ovejitas que pasan por su mente, pero lo que ignora es que éstas son lobos con piel de oveja.

El señor Presidente debiera escuchar a su ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón y al procurador, Alejandro Ordóñez, que están siguiendo con lupa las actuaciones y los propósitos de estos guerrilleros de las Farc. Las Farc dentro de su organización cuentan con varias estrategias, por un lado tienen un esquema ideológico y por otro uno militar. El sector ideológico sentado en la mesa de La Habana, ya tiene emisora propia, en la que difunden comunicados permanentemente al mundo entero y donde buscan por todos los medios que no los consideren victimarios, a fin de obtener una amnistía, un indulto, haciéndole creer al pueblo colombiano  que los secuestrados son prisioneros de guerra en cárceles del pueblo, que en  realidad no son cárceles del pueblo sino sitios al estilo nazi.

La organización militar como lo manifiesta reiteradamente el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, se mantiene activa, constantemente realiza atentados contra la población civil, adueñándose de miles de hectáreas de tierra y cabezas de ganado, violando mujeres, asesinando indígenas, reclutando niños, cometiendo crímenes de lesa humanidad, igualmente acrecentando millones de dólares basados en el narcotráfico, que no utilizarán en la reparación de víctimas, por el contrario, mantienen un silencio inexcusable.

Ellos hablan de dejación de armas, siempre y cuando el Estado deje también las armas, significa que no las entregarán, lo que constituye una amenaza para el Estado y para la sociedad.

Las Farc buscan llegar al Congreso de la República, que es uno de los puntos negociables en la mesa de diálogo, no pueden estar armadas, ni financiadas por el narcotráfico y menos por la minería ilegal. Sabemos que en las regiones que están bajo su dominio impondrían candidatos propios, excluyendo a miembros de la población civil.

El Ministro del Interior, también ha expresado su preocupación al rechazar las amenazas contra los defensores y las defensoras de derechos humanos, que se han recrudecido en los últimos días, ya que constituyen prácticas contra la paz sostenible de Colombia.

Timochenko, con autorización o sin autorización del Presidente, ha estado en La Habana cuando ha querido. El pueblo colombiano que no traga entero sabe muy bien, que Timochenko al actuar como comandante supremo, imparte órdenes a sus comités ideológicos, y a la vez a guerrilleros del orden militar para continuar con la toma de Colombia, entrando por Venezuela.

Señor Presidente, escuche a su Ministro de Defensa, no siga soñando con ovejitas, evitemos que nuestro Estado social de derecho se convierta en un Estado Comunista. El Procurador también pide al Gobierno tres condiciones para firmar un acuerdo de paz: exigir a esta guerrilla disolverse como aparato criminal tan pronto se firme el acuerdo, que acepte haber sido la victimaria y que atienda los derechos de las víctimas en su reparación.

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