Solo la verdad

Amable lector. Gregorio Marañón, médico y humanista, decía: "Trabajar es vivir, descansar es comenzar a morir". En fecha reciente me invitaron a una reunión de jubilados, no quería asistir, mi esposa me aconsejó que fuera.

Eran unas diez personas, luego de saludarlas les di las gracias. Uno de los asistentes, cuyo nombre no recuerdo, comentó sobre las Autopistas de la Prosperidad y dijo que deberían llamarse "las Autopistas de la Perpetuidad", todos estuvieron de acuerdo.

En apariencia, el de mayor edad, preguntó qué opinión tenían sobre el manejo que les ha dado el Gobierno Nacional a las conversaciones con el grupo guerrillero de La Habana. Hubo un gran silencio, frunció el ceño, y habló así: ¿Será lícito que el Presidente, experto en jugar cartas, exponga a un pueblo a sufrir las nefastas consecuencias si al final, como decían los abuelos, no es un buen fullero, es decir, no tiene a la mano la trampa o engaño para ganar esta partida?

Continuó diciendo que mientras no se reduzca la pobreza ni haya justicia, es imposible que haya paz. La primera se podría mejorar mediante una reforma tributaria estructural, que haga fácil el control de los impuestos. Mientras más simple es una ley más difícil será transgredirla. Según él existen personas de buen criterio y conocimiento que estarían en capacidad de redactar una excelente reforma en poco tiempo.

La segunda, tener una justicia que actúe con probidad y prontitud, es una quimera. Hizo una pausa y dijo que era más fácil que los jefes guerrilleros participen en la procesión del Santo Sepulcro en Popayán cargando las andas, que nuestros magistrados y jueces cambien para bien.

Los que han derramado tanta sangre inocente, torturado a miles de personas, desplazado a millones de colombianos y controlan el negocio de la droga, según nuestro fiscal a estos criminales se les castigará, prestando servicios sociales, por ejemplo, participando en la fiesta del Halloween, carnavales populares y la novena del Niño Jesús.

De cualquier manera que sea, nuestro Presidente firmará la paz, sin importar entre otros problemas que la Corte Penal Internacional se pronuncie en contra y que los Estados Unidos pidan la extradición de los guerrilleros que han enviado cientos de toneladas de coca a ese país.

El presidente Santos hace poco manifestó que por lo único que sentía temor, era de no ser capaz de convencer a los colombianos para apoyar el proceso de paz. Cuando Alemania al inicio de la Segunda Guerra Mundial estaba cerca de invadir a Inglaterra, Winston Churchill convenció al pueblo inglés que debían luchar para ganar la guerra. Si la mayoría de los colombianos se pronunciaran, sin ninguna presión, sobre las condiciones como se pretende firmar la paz, dirían que es preferible luchar.

Luego miró a los asistentes y les dijo: Ojalá algunos de nuestros dirigentes le pregunten al señor Presidente, nos diga de verdad, hasta dónde nos quiere llevar, pues cada día nos sentimos más cerca de sus amigos de Venezuela.

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