Al borde del colapso

Cruzar los fines de semana el sector de Llanogrande en el Oriente antioqueño, y más ahora en diciembre, se está volviendo una odisea. Irrita su movilidad hasta al más paciente de los mortales.

La afluencia de vehículos es impresionante. Se deslizan por una carretera que se va volviendo obsoleta ante el número de usuarios que la colman para transportarse hacia sus viviendas, fincas, construcciones y urbanizaciones, negocios comerciales, restaurantes, etc. Es un enjambre desordenado en una colmena que crece en densidad habitacional y se queda corta en unas vías trazadas desde hace algunos años.

Esta situación amenaza con volverse más caótica si al Túnel de Oriente –que ya afortunadamente arrancó- no se le complementa con una red vial moderna que agilice el tráfico vehicular a la salida de su panza. De lo contrario, de seguir con lo que hoy existe, la movilización sobre su zona de influencia y demás ramificaciones se constituirá en un nudo gordiano, difícil de cortar por parte alguna.

Hace algún tiempo el ingeniero Andrés Uriel Gallego habló del desarrollo vial del Oriente antioqueño. Sostuvo que “el planeamiento vial en el Oriente debía consolidar la interconexión apropiada de este con el Valle de Aburrá y con otras áreas de la región”.

Sostenía el desaparecido exministro de Transporte que “conviene pensar en la ejecución del Túnel de Oriente, la inclusión de la inaplazable doble calzada de Llanogrande desde Rionegro hasta Don Diego y posteriormente hasta las Palmas. Desdoblar a doble calzada la vía entre Rionegro y La Ceja, construyendo variantes a Llanogrande y en San Antonio”.

Pero no se quedaba allí el exministro en su conferencia para conmemorar los 100 años de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros. Iba más allá: “Igualmente se necesita ampliar a doble calzada el corredor entre Cuatro Esquinas y el Carmen de Viboral, el acceso a Rionegro desde la autopista Medellín-Bogotá conectándolo con una circunvalar…”.

Afortunadamente la Gobernación de Antioquia retoma el tema, lo mejora y lo prioriza, a través de una extensa telaraña vial y funcional. Está decidida a emprender las obras. Ojalá no solo las comience pronto sino que encuentre eco en los alcaldes de la región antes de que sea tarde, sabiendo de antemano que mientras más retrasen su emprendimiento, los costos serán mayores poniendo en peligro de frustrarse tan inaplazable iniciativa.

Pero sigamos rebujando informes sobre los muchos que llenan los anaqueles de nuestra burocracia oficial.

En el libro “Visión Colombia II Centenario” se lee en lo referente a la construcción de troncales de alta velocidad como la del río Cauca, que “es un absurdo que la carga de pasajeros que sale desde el suroccidente del país como Nariño, Cauca o Valle, deba cruzar la cordillera Central o subir a Medellín para llegar a la costa Norte”. Y señala el documento que se debe “completar el tramo entre Santa Fe de Antioquia y Puerto Valdivia, una prioridad a mediano plazo”.

Sobre la vía entre la antigua capital de Antioquia y Puerto Valdivia mucho se ha debatido y escrito. Pero sigue en lista de espera, sino sepultada con la construcción de las Autopistas de la Prosperidad.

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