De tregua en tregua

Un analista serio diferencia las emociones de los hechos y trata de verlos objetivamente en un contexto realista, so pena de pecar de mentiroso o de ingenuo. Quienes creen que el cese al fuego unilateral declarado por las farc puede ser una trampa, raciocinan con la lógica de experiencias pasadas y hacen un balance sensato entre posibilidad y probabilidad. Ya se han pinchado y observan la espina. Los que proclaman tal hecho como un gesto inocultable de buena voluntad, piensan con el deseo, llevados por su desconocimiento de la historia o por maliciosa irresponsabilidad. Se embobaliconan con la rosa. Los que hemos estado en el campo de operaciones y ahora nos dedicamos al estudio de este tipo de situaciones, tendemos hacia la primera opción. Con cuatro ceses declarados anteriormente, ya hay experiencia acumulada aunque las circunstancias de la actual tregua son especiales. La opinión pública no le cree a las farc, ahora más que nunca antes, es lo Primero que hay que anotar, a pesar de las declaraciones oficiales para inflar lo que los cabecillas farfullan entre víctimas amañadas. Segundo, los terroristas no han tenido ningún gesto real y valioso que haga creíbles sus intenciones de paz. Tercero, la organización ha recobrado cierta la iniciativa político-militar: los episodios Alzate y Gorgona lo demuestran y Cuarto nuestra Fuerza Pública está desanimada en medio de este diálogo que está fatigando hasta a la opinión internacional.

Aunque las farc se declaran vencedoras y sus jefazos aún creen que el pueblo los está esperando con vítores y flores en la plaza de Bolívar, sería muy tonto creer que no están previendo la eventualidad de una “vuelta al monte” si el gobierno no les da la dosis de poder territorial y electoral y la impunidad que exigen, para acceder al poder republicano e intentar integrarnos al resto del desbarajustado continente chavista.

La realidad es que cualquier acuerdo distará mucho de ser exitoso, hasta que los narcoterroristas no reconozcan públicamente que después de medio siglo de barbarie fracasaron en el intento armado de someternos a su régimen estaliniano. Y pidan perdón.

Así vamos entonces: los malos se declaran vencedores, el gobierno de turno los aplaude maniobrando para cooptarlos y la gran mayoría mira escéptica. De tregua en tregua, nos espera otro año de desencanto que nos llevará al hastío. Y de ahí al desorden, no hay sino un pasito.

Lo cierto es que cualquier tregua, cese al fuego o “desescalamiento” farianos no pueden ser entendidos, técnicamente, sino con escepticismo, como una estratagema. Estaremos atentos, sin embargo, mirando cómo evoluciona esta quinta intentona de recomposición político-militar, que asoma con más espinas que pétalos.

Los deseos navideños van para nuestros soldados. Que Dios los proteja y sus líderes los comanden bien.

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