Feliz Navidad

Llega la Navidad y nos corresponde hacer un llamado para que esta época de reflexión y de paz nos permita pensar en la manera como debemos emprender los retos pendientes para el año venidero.

2014 ha sido un año difícil para Colombia en muchos aspectos. El proceso de paz del reelegido gobierno de Juan Manuel Santos no ha dado muestras de traer concordia y tranquilidad para los colombianos. En estos 365 días que están a punto de culminar, el espiral de violencia de los terroristas siguió creciendo. Fueron muchos los soldados y policías asesinados vilmente por las Farc y el ELN, organizaciones que en papeles dicen querer la paz, pero en el terreno persisten en su demencial decisión de someter al pueblo colombiano.

Para las familias de aquellos que cayeron víctimas de las balas asesinas de los terroristas, esta será una Navidad dolorosa, signada por el recuerdo de aquel que no está. Serán muchos los padres, las esposas y los hijos que se lamentarán por el dolor infringido por los criminales.

Asumí mi curul como representante a la Cámara por Antioquia con muchos proyectos que espero se materialicen y sirvan para un mejor vivir de quienes depositaron su confianza democrática en el Centro Democrático. En la comisión séptima he liderado iniciativas importantes para el mejoramiento de la salud de mis compatriotas, para buscar que la administración pública aumente sus niveles de exigencia a la hora de designar a quienes llegarán a liderar las entidades estatales.

Pero también he asumido una vocería y liderazgo respecto de un asunto que nos debe doler y conmover a todos los colombianos, independientemente de nuestra filiación partidaria: la prevención del reclutamiento de menores por parte de los grupos armados organizados al margen de la ley.

He repetido hasta el cansancio que una sociedad que se precia de ser democrática y que ha establecido un Estado Social de Derecho no puede permitir que uno solo de sus niños sea arrancado del seno de su hogar para convertirse en un actor de la violencia que entristece a nuestra patria.

Esos niños, que el 24 deberían estar con sus padres y hermanos esperando el nacimiento del niño Dios pasarán en un campamento terrorista, esclavizados, sometidos, vilipendiados, violentados física y psicológicamente. Sus padres, embargados por el dolor y la incertidumbre tendrán que pasar una Navidad ensombrecida por la ausencia de su hijo.

Hacia todos ellos van mis oraciones con la esperanza de que Dios los consuele y les de fortaleza para cargar esa injusta cruz que el terrorismo les ha puesto sobre sus espaldas.

La mejor forma de solidarizarme con ellos es ratificando mi compromiso. En 2015 continuaré dando la batalla para evidenciar la magnitud del drama que significa el reclutamiento forzado, presionando para que quienes han cometido ese delito no queden impunes y convocando a toda la ciudadanía para que entre todos construyamos una política eficaz de prevención del reclutamiento.

Está en nuestras manos hacer todo lo posible para que de hoy en un año todos los niños que hoy están en la selva hayan regresado a sus casas y puedan ser abrazados por sus padres.

La indiferencia termina siendo la principal cómplice de quienes reclutan niños. Por eso, vamos a insistir en evidenciarlos, en señalarlos, en cuestionarlos y en exigirles la inmediata devolución de todos los menores que tienen en su poder.

A todos aquellos que estas letras leen, mis deseos de que tengan una Navidad feliz y llena de bendiciones por el nacimiento de nuestro Salvador.

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