¡Que retiren este bodrio!

Colombia está legislando tributariamente para un país de economía cerrada, que ya no es.

Creo que desde las épocas de la presidencia de Laureano Gómez, EL TIEMPO no escribía un editorial tan duro como el de esta semana contra la reforma tributaria. De “estratosféricos” califica los niveles a los que subirán las tasas efectivas de tributación: hasta el 46 por ciento de las utilidades de las sociedades más grandes. (Expertos aseguran que podrían llegar al ¡¡150 por ciento!!) Lo cual desestimulará la inversión y la industrialización, aumentará en un año los niveles de desempleo en Colombia e incentivará las tasas de informalidad de las actividades económicas, y el Gobierno se hará el haraquiri de recortar la base de tributación global.

Es cierto que tan duro editorial se escribe en un periódico que pertenece a una organización financiera, que puede estar defendiendo sus intereses. Pero lo cierto es que refleja con exactitud el sentir del Consejo Gremial: nunca como antes, los gremios de todas las actividades habían estado más de acuerdo sobre algo. Y, lo más grave, refleja lo que está sintiendo la clase media colombiana, a la que se ve muy pesimista, pensando si en Colombia vale la pena ahorrar (porque el impuesto al patrimonio es un impuesto al ahorro), tener una propiedad o vender lo que tenga y pueda poner a salvo, por ejemplo invirtiéndolo en dólares, porque a la devaluación del peso, con la crisis petrolera y la recuperación de la economía de los EE. UU., no se le ve piso a corto plazo.

Por alguna razón que no logro comprender, esta reforma ha hecho que todo el mundo se sienta engañado. ¡Hasta los trabajadores, según el presidente de la CGT! Y eso, partiendo del hueco fiscal de 12,5 billones que, tengo la impresión, nos ocultaron durante la campaña presidencial, aunque podríamos seguir engañados, porque otros cálculos señalan que el roto llegaría a alrededor de 16 billones.

¿Qué pasó? ¿Falló la gerencia del Gobierno? ¿Se feriaron los recursos en apagar paros con cheques, regalar subsidios o comprar apoyos para la reelección? ¿Se está saliendo de madre una política de reparación de víctimas en un país donde todavía no se acaba la guerra, pero se siguen produciendo como arroz víctimas de para atrás y de para adelante? ¿Falló la anterior reforma tributaria, que produjo un desfase grande en el recaudo? Nadie lo ha explicado.

Pero la crítica más contundente me la dio el experto abogado Santiago Pardo, cuya entrevista saldrá publicada mañana en EL TIEMPO. Según él, Colombia está legislando tributariamente para un país de economía cerrada, que ya no es. Hoy estamos en una Colombia a la que le toca, por los TLC, competir contra el mundo, y no puede, porque la tienen amarrada los impuestos que intentan colgarle a la actividad económica, lo que hace que sea mucho más barato importar que producir.

El fin de semana, como si ese fuera el problema de fondo, el Presidente salió a anunciar que el prolongado impuesto al patrimonio, rebautizado provocadoramente como “impuesto a la riqueza”, será re-rebautizado “impuesto contra la pobreza”, ante las críticas que generó su tufillo populista. Pero lo de fondo, lo “estratosférico”, quedó idéntico. Y para morigerar, el Ministro de Hacienda sale a prometer que, a partir del 2015, una reforma tributaria “estructural” no gravará más a las empresas. Perdón: ¿quién se lo va a creer, si en materia tributaria el Gobierno Nacional no ha dicho una sola verdad?

“La reforma estructural que se presentará el próximo año dependerá de las recomendaciones de la Ocde y del FMI”, le dijo Cárdenas a Portafolio. Resuelta la incógnita: después de este bodrio de reforma, hecha de afán en medio de las luces navideñas, con la que se sienten engañados ricos y pobres, se vienen otra u otras reformas, esas sí “estructurales”. ¿Por qué no hacer una sola?

Por lo cual le sugeriría al Gobierno, sin ninguna esperanza de que me escuche, que retire esta reforma y se dedique a hacer una más seria, que presente más calmadamente el año entrante.

Entre tanto… ¿Cuántos domingos de deliciosa ingenuidad con Chespirito, el Chavo del 8, el Chapulín Colorado? Ya no podremos contar más con su astucia. Tocará ver de dónde sacamos la nuestra.

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