¿Por qué no baja el precio de la gasolina?

En Colombia se paga una de las gasolinas más caras del mundo, porque con una oscura leguyelada, justificada por un inexplicado temor al libre mercado, el Gobierno encontró en el control de su precio un ingreso fiscal para incrementar la mermelada parlamentaria, al estilo de lo que en siglo pasado fue la Cuenta Especial de Cambios.

Solo cambian los mecanismos, la lógica alcabalera sigue igual.

Hay quienes creen que la columna vertebral del precio de la gasolina es el ingreso del productor, que es el valor pagado a las refinerías por transformar el petróleo y que debe ser equivalente al que se paga por un galón en la Costa del Golfo en los EE.UU. menos los costos de transporte y fletes locales e internacionales a dicha costa, todos contabilizados en dólares. Este galón de referencia pasó de US$2,97 en junio de 2014 a solo US$1,25 actualmente, cayendo 58% en proporción similar al petróleo y haciendo que en todo el planeta su precio caiga, excepto en Colombia.

¿Por qué?, pues porque desde octubre de 2011 (Resolución 18602 MME) se fijó un tope, según el cual de un mes a otro la variación de lo que se paga al productor no podría superar el 3%, ni para arriba ni para abajo. Y si el componente al productor es apenas la mitad del precio final de un galón, esta variación al consumidor nunca podrá ser mayor al 1,5% mensual, es decir que, en un año, la gasolina máximo bajaría 19,56%, así el barril de petróleo se desplome más. No importa lo que diga el mercado, al estilo del más obtuso socialismo.

Entonces, la columna vertebral del precio de la gasolina no es el ingreso del productor, ni siquiera la pesada carga de impuestos, ni el subsidio a los productores de etanol, sino el tope fijado por la Resolución 18602, abriendo una gran brecha entre el mercado internacional y el mercado interno de la gasolina y que no entra al bolsillo del ciudadano sino al del Gobierno, haciendo parte del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), que no obstante haber sido tumbado por la Corte Constitucional, fue resucitado en la última reforma tributaria con el voto y complicidad de las mayorías parlamentarias del Gobierno y que hipócritamente se rasgan ahora las vestiduras calificando de “mico” esa talanquera, que evita que la reducción internacional del precio de la gasolina llegue al ciudadano como consecuencia del libre mercado.

Qué hipocresía la de los honorables congresistas del Gobierno, pues ellos son los más beneficiados con la mermelada recogida de nuestros bolsillos en el FEPC. Qué hipocresía la del Gobierno, que podría revocar la Resolución 18602 y eliminar tan regresivo control de precios, solo visto en la antigua Cortina de Hierro. Y qué brutos nosotros que ni sabemos de leyes y mucho menos de resoluciones.

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