Los diálogos. Timochenko no le firmará a Santos

Se volvió costumbre que cuando el Presidente habla para que se crea que todo en Cuba avanza, Timochenko sale a desmentirlo y a reiterar la posición de las Farc.

Eso es malo para la institucionalidad colombiana. Pero, infortunadamente, cuando se usan los micrófonos a fin de producir imágenes que no corresponden a la realidad, se corren esos riesgos.

En esta oportunidad se repitió la historia. El jefe de las Farc volvió a decir que las conversaciones están lejos de su final, que todo lo que se haga deberá ser fruto de los acuerdos bilaterales, y que es inconveniente generar falsas expectativas.

Ahora agregó que le llama la atención que se haga uso de coyunturas electorales para presionarlo, al tiempo que criticó el tratamiento que el primer mandatario le ha dado al asunto del cese el fuego bilateral.

Como se puede ver, las posiciones del Gobierno y las Farc están tan distantes que no es posible pensar en un pronto final de los diálogos.

Contra esa posibilidad conspira, igualmente, la dificultad que tiene el tratamiento de temas que están pendientes o que las Farc insisten en que deben discutirse. Además de lo que, de alguna manera, resulta obvio, hay otro aspecto central. La organización que dirige Timochenko está tratando de sacar todas las ventajas que pueda.

No aceptará nada que no seael producto de un acuerdo con sus delegados, y seguirá insistiendo en la constituyente.

El escenario hipotético de un acuerdo total solamente se dará, desde su punto de vista, cuando se declaren satisfechas. Pero eso no será suficiente. Una vez concluya la evacuación de la agenda y antes de adquirir el compromiso pleno, las Farc querrán tener las garantías de que todo lo acordado se cumplirá a cabalidad.

Este aspecto tendrá que ver no solo con aquello de la implementación simultánea e integral de lo convenido, como reza la definición del proceso de fin del conflicto, sino con la certeza política de que lo que hayan aceptado el Gobierno y las Farc será respetado después. Cuando se llegue a ese punto arderá Troya.

La razón es muy simple. Santos hoy no puede garantizarlo y las Farc lo saben. Tienen claro que éste es un Gobierno políticamente débil, que carece de la capacidad para movilizar el respaldo de toda la sociedad.

También saben que hay una oposición a la manera como se conducen las conversaciones, y a algunos puntos de los acuerdos parciales, que cuenta con el apoyo de millones de colombianos. Y no se les escapa que existen muchos compatriotas, que no participaron en el proceso electoral y son críticos de lo que está sucediendo.

Como si fuera poco, tienen los ojos abiertos frente a lo que pueden hacer instancias internacionales en materia de justicia, así como respecto a la acción de países contra quienes hayan cometido crímenes transnacionales.

En resumen, las Farc querrán seguridades nacionales e internacionales. Y como el Presidente no las puede dar, es difícil que lleguen a un acuerdo con él en las circunstancias actuales.

Por otra parte, el Presidente no se ayuda. En lugar de crear las condiciones necesarias para acercar posiciones adopta actitudes que alejan más. Dice invitar a los críticosa dialogar pero, en la práctica, hace citaciones públicas y señala con un dedo acusador a todo aquel que discrepe de la visión oficial.

En fin, no queda más remedio que pensar que, así, Timochenko no le firmará a Santos.

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