Colombia económica: entre endeudarse y venderse

En el desayuno ya nos comimos el almuerzo y la comida y toca pagar. El auge de dólares recibidos por la venta de petróleo, que usábamos para comprar bienes y servicios importados a dólar barato, se desplomó abriendo un creciente saldo rojo en la balanza comercial que supera los US$4.600 millones.

Sólo un milagro recuperaría el precio del petróleo, y como en economía los milagros no caben en los modelos, lo que se viene es un fuerte apretón del cinturón, principalmente del ciudadano de a pie, pues el Gobierno poco esfuerzo ha hecho por recortar su derroche fiscal. Todo lo contrario, el Gobierno insiste en vender Isagén para irse de “farra” como prestamista de los concesionarios de vías 4G sin cobrarles un solo peso en los próximos ocho años.

Este desequilibrio es insostenible, y como no hay almuerzo gratis, para pagarlo no será suficiente ni vender Isagén, ni más acciones de Ecopetrol o privatizar ISA. Así que vender los escasos activos productivos de la Nación no sólo es un suicidio financiero sino una afrenta con nuestros hijos.

La alternativa del endeudamiento está abierta, como lo demuestra la exitosa emisión de bonos de deuda soberana de Colombia por US$1.000 millones el lunes, a un plazo de 30 años y tasa de interés del 5,41% en dólares, y que fue demandada por cinco veces su monto. Igualmente, el apetito de extranjeros por deuda pública en pesos, a través de títulos TES del Gobierno, se reflejó en una inversión extranjera de portafolio por valor de US$13.173 en el último año hasta hoy.

Ahora bien, la regla fiscal de orden constitucional limita el aumento del endeudamiento público, pues busca reducirlo desde el actual 36% del PIB hasta el 25% en cinco años, sin embargo, de cumplirse a rajatabla esto equivale a un ajuste fiscal recesivo que deprimirá aún más las ya débiles expectativas y la realidad de un crecimiento cada vez menor e insuficiente para bajar nuestro altos desempleo e informalidad laboral, golpeando también una pobreza que cambiaría su tendencia decreciente para expandirse dramáticamente.

Aunque “la deuda de hoy son los impuestos del mañana”, financieramente es más conveniente aprovechar los bajos costos de financiación, en lugar de vender activos productivos como Isagén, que generan para la Nación rentabilidades netas crecientes superiores al 8%, y además le producen caja (margen ebitda) por encima del 30% anual. Endeudarse es mejor que venderse, pero el Gobierno nos lo oculta y acalla medios mientras expropia lo público en beneficio de lo privado.

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