Visita deplorable

Las expectativas creadas con motivo de la visita a Venezuela de una comisión de cancilleres de Mercosur, rodaron por tierra desde el mismo momento de su llegada al país el pasado viernes. En efecto, relativa esperanza se creó en los mayoritarios sectores democráticos del país, rota por las declaraciones iniciales del señor Ernesto Samper, secretario ejecutivo de la organización y ex presidente colombiano. Total identificación con el señor Maduro, alcahueta calificado de sus mentiras y calumnias en contra de la oposición, solidaridad con las violaciones constitucionales del régimen y hasta donde sabemos, ninguna gestión seria en defensa de las decenas de presos políticos, de torturados y miles de exilados.

Lamentablemente María Ángela Holguín, ex embajadora en Venezuela y actual canciller de Colombia, Mauro Viera, canciller de Brasil y Ricardo Patiño, canciller de Ecuador, con algunos matices diferenciales han proyectado la pobre imagen de seres manipulados actuando para sostener a un régimen moribundo ubicado al margen y en contra de la Constitución y del orden jurídico nacional e internacional. El gobierno venezolano está fuera de los términos de la Carta Democrática Interamericana de la OEA y no llena los requisitos fundacionales de UNASUR o de MERCOSUR en materia de derechos humanos y libertades políticas y económicas. Ellos lo saben. Basta con leer los textos correspondientes y analizar, aunque sea superficialmente, la realidad interna para llegar a profundas y serias conclusiones. Pero no, todo lo contrario. Ninguna exigencia de rectificación, de enmienda, de cambios esenciales para garantizar la paz y, ni por asomo, algún planteamiento de fondo sobre la necesidad de un cambio de régimen para adecentar la vida ciudadana con apego a la ley.

Eso sí, amenazas solapadas y abiertas en contra de la oposición democrática, extraña solidaridad con la posición del dúo Maduro-Cabello que acusa de golpista, financiados por Estados Unidos que actúan desde Miami, Bogotá y Madrid, a la dirigencia estudiantil universitaria y a los dirigentes que encabezan la sostenida protesta nacional contra la dictadura. A la dupla mencionada habrá que agregar el apellido de Samper, soporte internacional de lo que aún me resisto a considerar sus iguales, aunque con antecedentes y méritos suficientes para merecer ese calificativo.

Sin embargo, el repudio al régimen venezolano crece en progresión geométrica en todas partes, incluidos los países que estos visitantes representan. En algún momento tendrán que rendir cuentas. Será pronto y quedarán muy mal ante sus gobiernos y sus propios pueblos. Nosotros aquí seguiremos construyendo una sólida muralla para poner punto final a la exportación comunistoide de este socialismo del siglo XXI y adecentar internamente a un país destruido institucionalmente.

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