¿Por qué esta escalada terrorista?

¿Son conscientes los comandantes guerrilleros del rechazo que estas acciones generan en la opinión pública? Todo parece indicar que no.

Dieciséis municipios del Caquetá se quedaron sin luz como consecuencia del derribamiento de una torre de transmisión de energía. Antes, 400.000 habitantes del puerto de Buenaventura vivieron la angustia de encontrarse sin servicio de energía, con los consabidos perjuicios para la economía local. El mismo problema lo sufrieron los pobladores de Tumaco. Además, una oleada de ataques a los vehículos que transportan petróleo desde el Putumayo dejaba regados en las carreteras miles de barriles del crudo, con el consecuente daño al ecosistema. Y para terminar la semana, un atentado terrorista acaba con la vida del coronel Alfredo Ruiz Clavijo, comandante del Distrito de Policía de Ipiales.

¿Qué buscan las Farc con el incremento de sus acciones violentas en momentos en que negocian con el Gobierno Nacional? ¿Esto no pasa de ser un sometimiento a la justicia para llegar a niveles de una dejación de armas sin consecuencia penales para sus miembros? Blanco es, gallina lo pone: demostrarle al Estado que las Farc tienen fortaleza militar, que no están acabados, que pueden imponer sus exigencias en la mesa de diálogo. No se le debe dar otra lectura a esta escalada terrorista que en las últimas semanas ha vivido Colombia. Los negociadores de la guerrilla en La Habana buscan por todos los medios obligar al Gobierno a acordar un cese bilateral al fuego. Es lo que más les conviene. Demostrando que pueden desestabilizar al país, es posible que logren su objetivo de no ser perseguidos por las Fuerzas Armadas.

¿Son conscientes los comandantes guerrilleros del rechazo que estas acciones generan en la opinión pública? Todo parece indicar que no.

Si tuvieran un poco de inteligencia, no actuarían de esta manera: destruyendo la riqueza nacional y afectando el medioambiente. Ellos, que de labios para afuera dicen que les duele el daño ecológico que produce el derramamiento de crudo, siguen con su proyecto de someter al país, sin tener cuidado del rechazo que sus acciones violentas generan. Lo único que les importa es demostrar que tienen la fuerza para paralizar a Colombia con sus actos terroristas. Predican el respeto a la naturaleza, pero lo único que hacen es arrasarla. ¿Cuántos colombianos humildes se ven afectados con la contaminación de los ríos como consecuencia del vertimiento del crudo?

Los hechos violentos son una prueba clara de que el grupo guerrillero no tiene voluntad de paz. A la mano tendida de un gobierno que les está entregando todo a cambio de nada.

Atacar una planta del acueducto, como lo hicieron en un pueblo del Huila, es un acto que atenta contra la salud de toda una comunidad. Sin embargo, tienen el cinismo de decir que la población civil no es blanco de sus ataques terroristas; pero ese pueblo que en su discurso dicen defender es el más afectado con sus acciones.

Lo único que logran las Farc con su escalada terrorista es que ese espacio, que generosamente les abrió el Gobierno Nacional para buscar la reconciliación a través del diálogo, se cierre por la presión de la opinión pública. La condición de que lo sucedido en Colombia no debe afectar la mesa de negociación no puede ser sostenible en el tiempo, si la guerrilla continúa con sus ataques a la infraestructura eléctrica. Todo porque el presidente Juan Manuel Santos no debe ser sordo ante el clamor de millones de colombianos que exigen al grupo guerrillero demostraciones concretas de querer alcanzar la paz. No es matando policías con tiros de gracia como las Farc van a conseguir que el país les perdone sus delitos.

Es doloroso ver una guerrilla envalentonada que tumba torres de transmisión de energía para hacerle sentir a los colombianos su fuerza militar, es algo que colma la paciencia del ciudadano común y corriente. Conmueve escuchar la voz de las viudas de los policías pidiendo que no maten a sus esposos de manera tan cruel. Los integrantes del grupo armado no tienen corazón como para sentir el dolor de una familia que pierde a un ser querido. Sus acciones agotan la paciencia de los colombianos. Si siguen así, muy pronto empezarán a producirse manifestaciones públicas exigiendo que el Gobierno se levante de la mesa en La Habana. Así de sencillo.

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