Tratamiento de quinta a los policías

El pasado lunes 22 de junio conocimos a través de redes sociales que el grupo de policías adscritos al puesto de El Mango en Argelia, Cauca, fueron presionados para abandonar el lugar.

Y se fueron, ante la mirada indiferente de los mandos, del alcalde de ese municipio, del gobernador, del presidente de la República y cómo no, de nuestra sociedad.

Vimos imágenes del incendio provocado por unas personas en la casa donde los policías guardaban sus alimentos, y de una retroexcavadora que tumbó las trincheras alrededor de la estación. El martes, los uniformados, después de hacer llamados a sus mandos para que les llegara apoyo, y al no recibirlo, se montaron en un camión y acompañados de algunos lugareños se fueron hasta Argelia y allí se quedaron. Lo último que supe es que los policías fueron trasladados a Popayán.

Esos policías se quejaron del abandono de sus mandos, de hacer múltiples informes sobre la inminencia de un ataque de las Farc y de no recibir refuerzos, mientras que voceros del despacho del general Rodolfo Palomino me dijeron que aunque sí es cierto que las Farc amenazan continuamente la toma de ese corregimiento, hubo acompañamiento a sus hombres todo el tiempo. El Mango es uno de los corredores que usa esa guerrilla para el narcotráfico, el tráfico de armas y de minería ilegal.

Hasta ahí la historia, simple y sin elementos aparentes de gravedad como me lo quiso hacer entender la Dirección de la Policía. Pregunté cómo era posible esa versión de parte de Palomino si al final del día los uniformados abandonaron el puesto y la respuesta fue que lo hicieron para evitar una confrontación con los pobladores. Si eso fue cierto, es inadmisible y ahora explico por qué. Y luego el Director de la Policía sacó un comunicado donde afirmó que fueron guerrilleros de las Farc disfrazados de civil, los que generaron el caos con el fin de poner en riesgo la seguridad de la población. Eso, señores de las autoridades civiles y policiales, también es muy grave.

Es grave que los policías se hayan ido bien sea porque la población temerosa de la guerrilla los haya convencido de irse, o porque fueron las propias Farc las que motivaron la situación. Esto no es capricho mío, así lo dice la Constitución en su Artículo 218 cuando señala que el fin primordial de la Policía Nacional, “es el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz”.

El primer blanco para atacar en esta coyuntura sería el general Palomino, y sí, también es responsable porque sus procedimientos de apoyo fallaron. Pero, presidente Santos, gobernador Temístocles Ortega y alcalde Elio Gentil Adrada, no se hagan los pendejos. La Constitución los obligan a responder por hechos como los de El Mango. Aquí un recordatorio:

Artículo 189, numeral 4: “Corresponde al Presidente de la República…conservar en todo el territorio el orden público y restablecerlo donde fuere turbado”.

Aquí 303: “el gobernador será agente del Presidente de la República para el mantenimiento del orden público”.

Artículo 315 numeral 2: “El alcalde es la primera autoridad de policía del municipio”.

O entonces qué, ¿reforzamos la evidente debilidad del Estado y entregamos una patente de corso para que eso se repita en otros lugares del país? ¿Dejamos que las autoridades le sigan dando tratamiento de quinta a los policías?

Ñapa: Agradezco a la colega María Camila Orozco por habernos informado sin tregua la situación de los policías de El Mango.

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