La incertidumbre

Como el viejo aforismo romano, “Mientras Roma arde, Sagunto delibera”.

En medio de voladuras de oleoductos, quema de tractomulas, derrame de petróleo en ríos y ciénagas, plomo en las carreteras, dinamita que revienta acueductos en las poblaciones más vulnerables, en La Habana se cavila y se discute sin encontrar los caminos que llevan a una paz con justicia, verdad y reparación.

Son tan graves los hechos de orden público, que sacan de la ropa a De la Calle, para notificarles a sus contertulios que si tan insoportable situación continúa, “algún día es probable que no nos encuentren en la mesa de La Habana, y esto se pueda acabar”.

En tanto se delibera en medio de desconfianzas, dudas y duras notificaciones, la situación económica del país se agrava.

Dice El Colombiano que “la balanza de pagos del primer trimestre reflejó la desaceleración de la economía”. Y fundamenta la noticia recurriendo a las cifras del Banco de la República que muestra que, “la cuenta corriente registró un déficit de 5.136 millones de dólares equivalente a un 7 % del PIB”. Y lo más grave es que aquella suma, “representó un aumento del 27.3 % en comparación con el primer trimestre del año pasado”.

Pero la cosa no para allí. La inversión extranjera se fue de bruces. Su disminución anual fue del 26 %. La sola actividad minero energética cayó en el 31 %. No hay confianza de los inversionistas foráneos.

El Espectador también carga con sus cifras. Revela una encuesta en la cual la mitad de los empresarios entrevistados perciben la actual situación económica peor que la del año pasado. Y un 70 % afirma que el clima de inversión está empeorando. El 61 % reprueba la gestión presidencial frente al 39 % que lo hizo en el 2014, mientras apenas un 23 % la aprueba. Si hubiera algún gremio fuerte y respetable haría un enjuiciamiento público sobre el mal manejo que se le da especialmente a la política industrial.

La situación de la bolsa de valores arroja resultados preocupantes. Armando Montenegro, exdirector de Planeación Nacional, sostiene que “los precios de las acciones vienen bajando en forma sostenida desde hace varios años. En solo este 2015 se han reducido en más del 10 %. Los volúmenes diarios de la actividad bursátil han caído en forma estrepitosa. Varias empresas han retirado sus acciones del mercado público y se sabe que otras lo harán en un futuro cercano. Y no menos grave, desde hace tiempo, es que ninguna entidad cerrada ha tomado la decisión de vincular sus acciones a la Bolsa de Valores”.

Así que la destorcida que el país está constatando en materia económica -con su reflejo negativo en los indicadores sociales- preocuparía si hubiera gobierno diligente que gobernara tomando en cuenta todos los factores y hechos que favorecen o perjudican la marcha del país. Que atendiera las propuestas e iniciativas que diversas voces le elevan para que no se dedique ni se concentre única y exclusivamente en el proceso de La Habana. Máxime cuando su credibilidad ha disminuido aceleradamente y las mayorías nacionales -de acuerdo con la encuesta Gallup- le ha perdido confianza por la torpeza con que unos y otros lo han manejado.

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